Menos impuestos y más eficiencia: España, ante el reto de reducir la factura de la luz.

Posted by JJL | 2 febrero, 2018

La luz no deja de subir y cada vez hay más emisiones de CO2. Esto es lo que debería hacer nuestro país para descarbonizar su economía y que los españoles paguen menos a final de mes.


La factura de la luz es uno de los temas que más preocupan a los ciudadanos españoles. Y no es para menos: nuestro país tiene uno de los costes en la factura de la luz más elevado de toda Europa. Además, en los últimos 10 años, la factura de los españoles se ha encarecido un 50% y el precio ya alcanza sus cotas máximas.

Hay otra realidad que también debemos tener en cuenta y que, en mayor o menor grado, acaba influyendo en el precio de la luz: el cambio climático. Lo cierto es que las emisiones de gases de efecto invernadero crecieron un 3,5% en España en 2015, último año del que se han recopilado datos, y todo indica que debemos tomar medidas cuanto antes.

No se trata de dos realidades aisladas, ni mucho menos. La reducción de emisiones de CO2 a la atmósfera está ligada al precio de la electricidad y a las cifras que acabe reflejando nuestra factura de la luz. ¿Hay forma de solucionar ambos problemas? Sí, estableciendo un nuevo modelo energético.

Un ahorro del 55% gracias a la descarbonización

Así lo asegura el informe ‘Una transición inteligente hacia un modelo energético sostenible para España en 2050: la eficiencia energética y la electrificación’, elaborado por Monitor Deloitte, que apuesta por que nuestro país abandone el modelo energético del que dispone actualmente y avance hacia uno más sostenible.

Según dicho estudio, el paso principal de este cambio pasa por la reducción de emisiones de CO2 fijada por la Unión Europea, que no solo supondrá una mejora de la calidad de vida de los españoles, sino que además se traducirá en una serie de beneficios económicos para los hogares y para la economía del país en general, siempre y cuando se lleve a cabo una transición inteligente del modelo energético.

Una de las principales ventajas será la rebaja del recibo de la luz. Merced a ese proceso y a una progresiva electrificación de la demanda, la tarifa eléctrica se reducirá en un 35% en 2030 y hasta en un 55% en 2050, que es el horizonte fijado en los objetivos de reducción de la UE (entre el 80% y el 95% de las emisiones de 1990). Y eso teniendo en cuenta las significativas inversiones en renovables y redes eléctricas que habría que acometer.

Para ello, nuestro país debería extender el uso de la electricidad a todos los ámbitos posibles: vehículos eléctricos, transporte de mercancías, hogar, etc. Para Alberto Amores, socio de Monitor Deloitte, «la descarbonización es una obligación no solo para las empresas o administración, también para los hogares, ya que la edificación supone una parte muy importante del consumo energético y de las emisiones».

¿Qué medidas hay que tomar?

En el ámbito puramente doméstico, el informe de Monitor Deloitte ofrece algunos datos interesantes. Una vivienda media podría reducir el consumo de energía en un 40% mediante una rehabilitación integral (cerramientos, sustitución de ventanas y renovación de equipos de calefacción, aire acondicionado y electrodomésticos cuyo coste es hasta cuatro veces inferior) o con el uso de una bomba de calor eléctrica, cuyo coste es cuatro veces inferior al de la rehabilitación.

Además, al ahorro sustancial en la factura eléctrica que pagarían los hogares y las empresas habría que añadir el ahorro que los consumidores obtendrían en caso, por ejemplo, de cambiar de coche, ya que el coste de ‘llenar el depósito’ de un vehículo eléctrico es unas tres veces inferior al coste del mismo depósito para un vehículo que use combustibles fósiles.

Pero el cambio no se limita a la variación de hábitos y costumbres por parte de las empresas y ciudadanos. En realidad, también prevé exigencias de cara a las propias administraciones públicas. Así pues, España debería llevar a cabo «cambios en la tarifa eléctrica, como la eliminación de costes no relacionados con el suministro eléctrico —tasas e impuestos— o una mayor adaptación del coste a las franjas horarias».

Esta actuación «permitiría conseguir una señal de precio eficiente que fomente la electrificación del modelo energético, al incrementar su competitividad frente a otros combustibles más emisores».

Los cuatro escenarios posibles

En sus perspectivas de futuro, el informe plantea cuatro posibles escenarios de modelo energético en nuestro país. Cada uno refleja un grado de mayor adaptación a la reducciones de emisiones fijada por la UE.

1. Continuista

Este es un mundo con una estructura de consumo de energía final y generación muy similar a la actual. Las políticas energéticas, medioambientales y fiscales no han cambiado significativamente. El vector energético más utilizado en 2030 sigue siendo el petróleo y sus derivados (45% de la energía final) y el uso de electricidad no ha aumentado prácticamente su peso en el modelo energético. Hay cierta ganancia de eficiencia energética en la edificación, pero la tasa de rehabilitación ha cambiado poco, mientras que en el sector transporte hay ganancias de eficiencia muy significativas en los vehículos convencionales, pero no lo suficiente como para alcanzar los objetivos de 2030. En el ‘mix’ de generación, se instalan 13 GW de nueva capacidad renovable en la Península hasta 2030, lo que no permite alcanzar el objetivo de renovables sobre la energía final del 27%, quedándose en un 20%.

2. Reducción convencional

El esfuerzo se ha enfocado en el desarrollo de la eficiencia energética y en la gasificación de los consumos. En el sector transporte, mediante la reducción de las emisiones (y el consumo) de los nuevos vehículos convencionales (hasta los 2,9 l/100km a 2030) y un millón de vehículos eléctricos, y en el sector edificación mediante las rehabilitaciones de edificios (más de 160.000 viviendas/año). Para 2030, estas actuaciones han conseguido que el consumo de energía final se mantenga en 81 Mtep. El gas natural es el vector energético con mayor desarrollo, hasta alcanzar el 29% de la energía final en 2030, y supera los 23 Mtep. Conseguir el objetivo del 27% de renovables sobre la energía final a 2030 requiere la instalación de 37 GW de nueva generación renovable.

3. Electrificar la economía

Hay un esfuerzo relevante de electrificación de todos los sectores, mediante los vehículos eléctricos (cuatro millones en 2030), el cambio modal del transporte de mercancías hacia el ferrocarril eléctrico y una electrificación de los consumos térmicos en edificación y la industria. Sin embargo, los esfuerzos de rehabilitación de viviendas (17.000 viviendas/año) y de los fabricantes de vehículos convencionales son similares a los observados en el escenario continuista. La eficiencia energética asociada a la electrificación de los consumos finales permite que la demanda final de energía en 2030 se mantenga en 81 Mtep (frente a los 80 Mtep actuales). Para alcanzar el objetivo del 27% de renovables sobre la demanda final en 2030, se requiere la instalación de 40 GW de nueva capacidad renovable peninsular.

4. Alta eficiencia eléctrica

Hay una apuesta clara por la descarbonización de la economía para 2030 y 2050, electrificando al máximo la demanda de energía de todos los sectores y aplicando todas las medidas de eficiencia energética posibles. El vehículo eléctrico ha penetrado masivamente en nuestra economía (cinco millones en 2030), así como la electrificación de los consumos térmicos en los sectores residencial, servicios y de todo lo posible de la industria. Gracias a la eficiencia energética que supone electrificación de la calefacción y ACS de los hogares, el esfuerzo en rehabilitación de viviendas para conseguir el mismo objetivo se reduce a 80.000 viviendas/año.

El gas natural y la electricidad son los vectores energéticos que más crecen en la transición y la eficiencia energética de equipos también se ha potenciado. Esta doble vía de eficiencia permite que en 2030 el consumo de energía final se reduzca hasta los 77 Mtep y se requiera la instalación de 35 GW de nueva capacidad renovable peninsular para alcanzar el objetivo del 27% de renovables sobre la demanda final. Este escenario sería el único de los planteados por el informe que conseguiría cumplir todos los objetivos de descarbonización a 2030 y a 2050. «El escenario de alta eficiencia eléctrica impulsaría la economía, ya que las inversiones se centran en sectores con generación de riqueza y creación de empleo».

El ganador: alta eficiencia eléctrica

El informe de Deloitte asegura que, «si bien el escenario de alta eficiencia eléctrica supone unas inversiones muy superiores a las del continuista, a largo plazo conlleva un importante ahorro en importaciones de combustibles fósiles, estimado en unos 380.000 millones de euros, con lo que sería incluso más barato en costes totales. En concreto, este escenario supone 510.000 millones de inversiones entre 2017 y 2050 y un gasto en importaciones de hidrocarburos de unos 620.000 millones».

Es decir, «el escenario descarbonizado, además de cumplir con los objetivos medioambientales, supone un ahorro de 380.000 millones en importaciones de combustibles y dinamiza la actividad económica al cambiar el gasto en hidrocarburos por una mayor inversión».

En este sentido, el escenario «impulsaría la economía, ya que las inversiones que contempla se centran en sectores con un gran impacto en la generación de riqueza y creación de empleo: rehabilitación de edificios y medidas de eficiencia energética, construcción de nuevas centrales de energía renovable distribuidas por todo el territorio, nuevas infraestructuras ferroviarias, portuarias y logísticas, despliegue y mantenimiento de la infraestructura de recarga para el coche eléctrico, desarrollo y modernización de las redes de transporte y distribución de electricidad y medidas de eficiencia en la industria».

El informe, por tanto, recomienda fijar una serie de objetivos para lograr la descarbonización: 80.000 viviendas rehabilitadas anuales, con una reducción del consumo energético por vivienda del 40%; 250.000 vehículos eléctricos en 2020 y el 60% de las ventas totales de coches en 2030; 4.000 postes de recarga para vehículos eléctricos y 10.000 ‘electrolineras’ en 2020; el 20% de las mercancías transportadas por ferrocarril eléctrico en 2030 y uso de gas natural en el transporte de mercancías por carretera. Además, propone impulsar el desarrollo de la industria y nuevos negocios asociados a la movilidad eléctrica, la fabricación, operación y mantenimiento de equipos de generación y redes, y fomentar el sector de la construcción y la rehabilitación sostenible.

¿En qué sectores habría que invertir?

El informe hace hincapié en que para conseguir los objetivos de descarbonización en 2030 hay que adoptar diversas medidas en el parque de generación eléctrica. La más importante es «la instalación de plantas eólicas y solares para abastecer el crecimiento de la demanda eléctrica, pero manteniendo las plantas de generación convencional mientras las tecnologías de almacenamiento alcanzan la madurez necesaria que les permita aportar la capacidad de respaldo necesaria a un coste competitivo. Esto permitirá garantizar la seguridad del suministro y mantener el coste de generación en niveles aceptables».

Dado que el almacenamiento con baterías, según todos los expertos, no va a estar disponible en la próxima década para proveer el respaldo masivo que un sistema del tamaño español requeriría, «cerrar de forma anticipada las centrales térmicas convencionales ya instaladas obligaría, necesariamente, a construir nuevas centrales térmicas que asegurasen el respaldo en muy pocos años (especialmente en los escenarios de alta electrificación, que son los que permiten cumplir objetivos). Esta decisión, por tanto, elevaría los costes para los consumidores y no reduciría las emisiones»

De este modo, la no extensión de la vida operativa de las centrales nucleares actuales (según las licencias actuales, todo el parque nuclear deberá estar cerrado en 2028) supondría una «inversión adicional de 3.000 millones de euros» en nuevas centrales de gas antes de 2030. Por ello, el informe propone “extender la autorización de operación de las centrales nucleares en las condiciones de seguridad exigibles y asegurar un proceso de toma de decisión basado en criterios técnicos”. El informe también ilustra que el cierre completo de todo el parque de centrales de carbón, que está previsto para antes de 2030, también requerirá, en los escenarios de alta electrificación, construir unos 10 GW de nueva capacidad de respaldo antes de dicho año, con un coste de casi 4.000 millones de euros.

Y es que, para Alberto Amores, «la transformación del modelo energético no es solo una necesidad para asegurar la sostenibilidad, también es una oportunidad para fomentar la actividad de nuestras empresas y desarrollar una economía más competitiva». Los ingredientes de la receta, por tanto, ya están elegidos. Ahora solo falta ponerse a cocinar.

 

Fuente: ElConfidencial.com

 

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