Donald Trump ha alejado por completo la idea conservadora de los republicanos de mantener la disciplina fiscal. Algo que asusta fuertemente a los mercados. El plan económico de Trump propone otra segunda ola de bajadas de impuestos con la extensión permanente de la Ley de Reducción de Impuestos y Empleos de 2017 (TCJA, por sus siglas en inglés). Esta es una desgravación fiscal a las empresas y ciudadanos y que el think tank Tax Foundation, una organización sin ánimo de lucro que se dedica a analizar las políticas fiscales a nivel global, calcula que tendrá un costo de tres billones de dólares en un período de diez años.
Por su parte, el Center of American Progress (CAP) cifra que el paquete de rebajas fiscales del republicano costará 4,4 billones de dólares entre 2026 y 2035.
Los economistas de Tax Foundation explican que «algunas de las propuestas fiscales de Trump están bien diseñadas y serían formas eficientes de promover el crecimiento económico a largo plazo, como la contabilización permanente de gastos en maquinaria, equipos e investigación y desarrollo».
En cambio, advierten que otras de las propuestas están «mal diseñadas» y lo que van a hacer es «empeorar» la estructura del código tributario, «solo crearían un impacto moderado en el crecimiento económico de largo plazo, como las exenciones para las propinas y los ingresos de la Seguridad Social».
Los expertos del Comité para un Presupuesto Federal Responsable (CRFB, por sus siglas en inglés), una organización de políticas públicas sin ánimo de lucro con sede en Washington, calcularon que las propuestas fiscales del ya presidente electo incrementarían la deuda del país en 7,75 billones de dólares.
Al mismo tiempo, según el panel del Modelo Presupuestario de la Escuela de Negocios Penn Wharton, de la Universidad de Pennsylvania, el programa económico de Donald Trump elevaría el déficit fiscal primario (que incluye los pagos de la deuda) hasta los 5,8 billones de dólares (5,3 billones de euros) en una década.
Esta indisciplina fiscal de Trump no será, para nada, bien recibida ni por el mercado ni por la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO). Esta entidad ya decía en su ley de referencia que la deuda y el déficit se iban a desbocar en la próxima década. Se espera que la deuda crezca cerca del 102% del PIB a principios del año fiscal 2026 y al 125% a fines de 2035. Así, la deuda superará su récord como porcentaje de la economía (106% establecido en 1946) en tres años.
«Calculamos que el plan del presidente Trump elevaría la deuda al 143% del PIB en 2035, lo que representaría un aumento del 18% del PIB», dicen desde Comité para un Presupuesto Federal Responsable (CRFB, por sus siglas en inglés).
A priori, el plan fiscal del presidente electo haría que en el largo plazo el PIB del país creciese un 2,4%, pero la fuerte dependencia de los aranceles a las importaciones (del 10% para todos los países y del 60% para China) para costear los recortes impositivos, provocará que el crecimiento se acorte un 1,7% y se quedará en un magro 0,8% durante, al menos, una década, avanzan desde Tax Foundation.
«Los aranceles son una forma particularmente distorsionante de generar ingresos, especialmente porque invitan a represalias extranjeras. Calculamos que los aranceles propuestos por Trump y las represalias parciales de todos los socios comerciales contrarrestarían en conjunto más de dos tercios del beneficio económico a largo plazo de sus propuestas de recortes impositivos», aseguran los expertos de la organización.
Ahora solo queda ver cómo responderá el mercado ante esta indisciplina fiscal del nuevo presidente de Estados Unidos.
Fuente: El Economista