El resurgir del mercado de la vivienda empieza a dar buenas noticias a las arcas públicas, en concreto, a las de las comunidades autónomas del régimen común. La recaudación con los tributos vinculados a la compraventa y la transmisión de viviendas se ha disparado un 71% desde el mínimo de la crisis. Una subida a doble dígito desde el año 2015 que ha generado un buen ‘pellizco’ para las regiones, que son quienes perciben los ingresos por el impuesto sobre transmisiones patrimoniales y el de actos jurídicos documentados (ITP y AJD).
Entre enero y marzo, las comunidades autónomas ingresaron 1.900 millones de euros con este tributo. Una cuantía que, por ejemplo, es equivalente al coste de la subida de las pensiones este año, y recaudada en un solo trimestre. En apenas cuatro años, la recaudación se ha disparado un 71%, lo que supone un incremento en la recaudación de las regiones de casi 800 millones de euros en apenas tres meses respecto a los mínimos de la crisis.
La evolución de estas dos figuras impositivas, fundidas en una, es un fiel reflejo de la salud del sector inmobiliario, ya que son los dos principales tributos que se pagan al adquirir una vivienda. En el caso del impuesto sobre transmisiones patrimoniales, grava la compraventa de un inmueble entre particulares, esto es, de segunda mano. Al tratarse de un tributo cedido a las comunidades autónomas, son estas quienes establecen el tipo nominal, que oscila entre el 6% y el 11%.
Por su parte, el impuesto de actos jurídicos documentados grava la formalización de documentos notariales, mercantiles y administrativos. En el caso de la compraventa de viviendas, afecta tanto a las nuevas como a las de segunda mano, y también se tributa por la aprobación de la hipoteca.
El IVA también es un tributo que tiene una gran importancia para el mercado inmobiliario, pero no es representativo del sector. La vivienda nueva está gravada con IVA porque en ese caso sí que hay valor añadido, el de toda la construcción. Este valor añadido no existe en la segunda mano, por lo que este tributo deja de aplicarse y entra a funcionar el impuesto sobre transmisiones patrimoniales.
La vivienda recupera el pulso
Estos tributos no gravan exclusivamente la compraventa de vivienda, pero sí es la parte más sustancial del impuesto, por lo que sirve de termómetro para medir el ritmo del mercado inmobiliario. En este caso, no hay lugar a dudas: la recaudación está en niveles que no se veían desde el año 2008, ejercicio en el que estalló la burbuja inmobiliaria.
La recaudación este año crece a ritmos del 9%, pero viene de tres ejercicios consecutivos con incrementos de doble dígito. Las regiones prevén recaudar más de 8.800 millones de euros con este impuesto en el conjunto del año. Un crecimiento del 5,5% respecto al ejercicio anterior, cifra que, a estas alturas del año, ya parece demasiado conservadora.
Una vez superado el ‘efecto Semana Santa’, que este año se adelantó a marzo (lo que paraliza la compraventa durante varios días), el ritmo de la recaudación supera el 9%. Además, las transacciones de viviendas siguen creciendo a un ritmo elevado, en el entorno del 15% anual. Cifras que marcan un ritmo superior al estimado por las regiones.
España roza ya la cifra de 40.000 viviendas vendidas al mes (en promedio de 12 meses, para evitar efectos de calendario). Lo normal sería que en los próximos dos o tres meses (el último dato disponible es de marzo) se supere esta cifra, algo que no ocurría desde el año 2009. En los peores momentos de la crisis del mercado inmobiliario, en el año 2014, la compraventa de viviendas llegó a caer por debajo de las 25.000 unidades al mes. Esto significa que, desde ese momento, el número de transacciones se ha disparado un 61%. Es comprensible, por lo tanto, que el ritmo de la recaudación de estos dos tributos vaya tan rápido.
Fuente: ElConfidencial.com