En Suiza ya se paga entre un 0,15% y un 0,3% por las compras en Bolsa.
La opa sobre BME allana el camino para que el futuro Gobierno imponga un impuesto sobre transacciones financieras (ITF o tasa Tobin). No solo por el cambio de propiedad –pasará a manos suizas o de otros países, en caso de que se produzca una guerra de ofertas y haya un vencedor distinto a Six– y de la consiguiente la ausencia de la clave patriótica en la decisión. También porque tanto el gestor de la Bolsa helvética como Euronext lidian con tasas similares y son empresas rentables y con capacidad financiera.
El Gobierno está dispuesto a activar el impuesto nonato que se planteó en la anterior legislatura sobre las transacciones financieras. Así lo ha expuesto Unidas Podemos, que reclama un tributo a la banca, y que quedó negro sobre blanco en el anteproyecto de ley que creaba el impuesto. Ese borrador inicial contemplaba el cobro al intermediario financiero del 0,2% del importe de la compra de una cotizada española que tenga una capitalización superior a los 1.000 millones de euros.
La tasa fue criticada duramente tanto por BME como por la CNMV y, de hecho, su puesta en marcha es complicada debido al sistema de recaudación pergeñado. Será, en la práctica, el liquidador quien tendrá que cobrarlo y entregarlo a la Agencia Tributaria. Y, desde hace años se puede realizar la compraventa, la compensación y la liquidación en plataformas diferentes. Esto lo complica todo.
Fuentes conocedoras de los trabajos para diseñar el gravamen señalan que su objetivo de lograr 850 millones de euros anuales es muy complicado; previsiblemente, se quedará lejos de esa cifra.
Fuentes del mercado añaden que, con la operación corporativa de BME encima del tapete, habrá consenso en poner en marcha el impuesto. Incluso aunque no salga adelante la fórmula de Gobierno progresista que han preacordado el PSOE y Unidas Podemos. Un Ejecutivo con el apoyo del PP también accedería, previsiblemente, a imponer la tasa. Cierto que, en teoría, son los intermediarios quienes abonarían el impuesto, pero en la práctica serían los inversores. Los brókeres desglosan ese coste de forma separada cuando han de aplicarlo por el mercado.
La novedad ahora es que los eventuales compradores de BME ya se enfrentan a impuestos como el planteado en España. El consejero delegado del gestor de la Bolsa, Six, indicó en una entrevista publicada el martes en CincoDías que este impuesto no es positivo, pero reconoció que es una decisión política y que ellos, sea cual sea, tendrán que lidiar con ella.
En Suiza, se aplica una suerte de tasa Tobin, que recae sobre los intermediarios helvéticos. Se denomina impuesto sobre transmisiones de valores y grava la mayoría de las operaciones de compraventa. La propia Six explica en un documento que cada transacción, en caso de que participe un intermediario helvético(no si es extranjero), tiene un recargo del 0,15% –pagado a medias entre la parte compradora y la vendedora– cuando la cotizada es suiza. Si es extranjera, el recargo, también abonado al 50% entre cada una de las partes, sube al 0,3%. La compañía, con una caja de 3.700 millones de euros, facturó en los seis primeros meses del año 551,7 millones de francos suizos (503 millones de euros), con un ebitda de 99 millones de francos (90 millones de euros).
El otro potencial comprador –ha reconocido conversaciones pero no ha formulado oferta– es Euronext. El operador de las Bolsas de París, Bruselas, Ámsterdam, Lisboa, Londres, Dublín y Oslo ya sufre un impuesto del 0,3% en su principal mercado, el francés, sobre las operaciones de compra desde 2012. También en Bélgica se paga un 0,35% por adquirir, y también por vender, acciones de empresas cotizadas. También existen impuestos similares en Irlanda, Reino Unido, Grecia e Italia, entre otros países.
Fuente: Cincodías.com