El récord de recaudación fiscal registrado de nuevo en 2023 estuvo claramente vinculado a la elevada inflación que sufrió la economía española el pasado ejercicio. Un contexto desfavorable para la mayoría de los consumidores, pues agravó la pérdida de poder adquisitivo provocada por la histórica escalada global de los precios a raíz del ataque a Ucrania por parte de Rusia. En vez de aliviar el impacto de la espiral inflacionista sobre los contribuyentes, el Gobierno de Pedro Sánchez ha optado por exprimir la capacidad recaudatoria del Estado para poder financiar sus políticas populistas de mayor gasto público.
Su reiterada negativa a ajustar los tramos del IRPF a la marcha de la inflación (deflactar, en el argot) ha reportado jugosos ingresos a la Agencia Tributaria. El aumento de la recaudación fiscal el año pasado, del 6,4% en el agregado de todos los tributos, fue notablemente superior al de los precios, que crecieron en promedio un 3,5%. Resulta paradójico que, habiéndose moderado la espiral inflacionista, Hacienda haya conseguido recaudar más que en 2022, cuando se alcanzó el nivel más elevado de ingresos debido a la mayor alza en décadas de los precios, del 8,9%.
La vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, insistió ayer en que sólo un tercio de los 16.500 millones de euros en que creció la recaudación tributaria en 2023 es achacable al aumento de los precios. Pero ese cálculo no incluye ni la subida concatenada del coste de la mayoría de los productos y servicios, ni el efecto de la revalorización salarial realizada por las empresas para tratar de compensar en parte la fuerte pérdida de poder adquisitivo sufrida por sus empleados tanto por la espiral inflacionista como a causa de la avidez recaudatoria del Ejecutivo.
En contraste, las rebajas del IVA de la energía y los alimentos frescos apenas han tenido un coste de 2.157 millones. Lo más preocupante es que la histórica recaudación fiscal no se ha destinado a reequilibrar las finanzas públicas, como han hecho casi todos los gobiernos de la zona euro y reclamaban los organismos independientes, sino a financiar el derroche de Sánchez. Lo cual sitúa a nuestra economía en peor posición frente a ‘shocks’ imprevistos y agravará el impacto del obligado ajuste presupuestario por la reinstauración de las reglas fiscales europeas, en las que los socios más ortodoxos impusieron salvaguardas para garantizarse que los países con mayores desequilibrios embridan sus déficits y pasivos públicos.
Fuente: Expansión