Las aguas políticas de EEUU se han relajado lo suficiente este verano para que el legislativo haya aprobado la última propuesta del presidente Joe Biden, la rebautizada con optimismo como «Ley de Reducción de la Inflación» (IRA –Inflation Reduction Act– por sus siglas en inglés). La norma aumenta los impuestos a las personas y a las empresas para financiar 430.000 millones de dólares en subvenciones a la energía limpia y a la sanidad y para recortar el déficit presupuestario. Más allá de su cuestionado impacto sobre el crecimiento y la inflación a corto plazo, el cual se vislumbra como mínimo, y del impuesto mínimo del 15% a las grandes empresas, hay un apartado que ha puesto en alerta a los inversores: la inclusión a última hora de un impuesto del 1% sobre la recompra de acciones que entrará en vigor el próximo año.
Este precepto incluido en el tiempo de descuento «amenaza un pilar clave del mercado de renta variable estadounidense», sostiene Ben Laidler, estratega de mercados globales de eToro. «Las recompras de acciones son importantes: en los últimos 12 meses han sumado cerca de un billón de dólares y están en niveles récord, lo que convierte a las empresas en el mayor comprador del mercado de valores. Con las acciones de EEUU, que representan más del 60% del total mundial, esto preocupa a todo el mundo», incide el experto.
Laidler resalta que las recompras siguen estando dominadas por las empresas tecnológicas, ya que solo Apple compró más de 90.000 millones de dólares de sus propias acciones en el último año, lo que equivale a la capitalización bursátil de un BlackRock o una petrolera como BP. «Un impuesto del 1% parece pequeño, pero empieza a restar importancia a un pilar clave de la renta variable estadounidense, especialmente durante la reciente volatilidad. Además, el tipo del 1% podría aumentar en el futuro», subraya el analista.
Buscando un efecto positivo de la medida, Laidler confía en que el impuesto sobre las recompras podría incentivar el pago de más dividendos. «EEUU es un gran atípico a nivel mundial al favorecer las recompras en proporción 2 a 1 sobre los dividendos tradicionales, pero muchos inversores preferirían el ‘efectivo en mano’, incluso si esto ata cada vez más las manos de la dirección de la empresa, históricamente más reticente a recortar un dividendo que una recompra», explica el estratega de eToro.
Aunque los analistas de Wall Street han prestado más atención al impuesto del 15% que al aprobado para las recompras, el grueso de expertos coincide con Laidler: la tasa podría incitar a las empresas a emitir dividendos en lugar de recomprar acciones para impulsar los precios de las acciones. Grandes cotizadas como la citada Apple, JP Morgan Chase o Microsoft han recurrido a la recompra de acciones como estrategia para impulsar los precios de las acciones en los últimos años.
«Será interesante ver si los nuevos impuestos sobre las recompras de acciones del próximo año desencadenan una oleada de recompras de acciones este año, lo que podría apoyar a la renta variable estadounidense (y probablemente al dólar) a finales de año», apunta Chris Turner en una nota de ING. Los estrategas de Goldman Sachs dirigidos por David J. Kostin también consideran que el impuesto del 1% crea un potencial «modesto» para las recompras en el resto de 2022.
Pese a las buenas cifras, lo cierto es que se atisba una ralentización de las recompras corporativas después de una racha récord en lo que va de año. Aunque las autorizaciones de recompra han aumentado un 18% hasta los 856.000 millones de dólares en 2022, el gasto real en recompra de acciones se redujo un 21% en el segundo trimestre en comparación con el primero, según escribieron los estrategas de Goldman Sachs el pasado 12 de agosto.
Las tecnológicas, en el foco
Sobre el papel, las empresas tecnológicas son las más afectadas por las dos principales subidas de impuestos de la nueva ley. Como subrayan desde Bloomberg, empresas como Alphabet (Google) y Meta(Facebook) «han sabido utilizar hábilmente el código fiscal para reducir los impuestos que deben, sin dejar de ser rentables». «El impuesto mínimo está diseñado para aumentar los gravámenes sobre las empresas que reportan grandes beneficios a los accionistas, pero pueden reclamar muchas deducciones y créditos para reducir sus facturas a Hacienda», precisan.
En un informe tras conocerse los detalles de la última ‘ley Biden’, Kathy Bostjancic y otros analistas de Oxford Economics recogen que este impuesto a las recompras permitirá recaudar unos 73.000 millones de dólares en diez años. Asimismo trasladan que el nuevo tipo impositivo mínimo alternativo del 15% afectará a aquellas cuyos ingresos en los estados financieros superen los 1.000 millones de dólares, que se calcula que son unas 150 empresas, y permitirá recaudar unos 273.000 millones de dólares.
«No esperamos que cada dólar de aumento de impuestos se traduzca en una disminución total de la inversión. Sobre la base de las respuestas de las empresas a la Ley de Recortes de Impuestos y Empleos (TCJA) y nuestra evaluación de los multiplicadores fiscales históricos, estimamos que las empresas reducirán la inversión en alrededor de 30 centavos por cada dólar de aumento de impuestos, lo que significa un multiplicador negativo del PIB de 0,3. A finales de 2031, esto supondría un impacto negativo en el PIB de alrededor del 0,3%, pero esto se compensa con creces por el aumento aproximado del 0,6% del PIB generado por el aumento de la inversión relacionada con el clima», señalan.
Fuera de las consideraciones bursátiles, la nueva ley de Biden ha sido criticada desde el plano macro. «¿Realmente reducirá la inflación? Ni mucho menos, según las estimaciones de la Oficina Presupuestaria del Congreso que indican que, en los próximos dos años, es probable que la tasa de inflación cambie en menos de una décima del 1% como resultado de la legislación. Es más, está aún por determinar la dirección del cambio. En otras palabras, el impacto sobre la inflación es estadísticamente indistinguible de cero y la calificación de la ley es engañosa. Por lo que respecta al impulso fiscal, tampoco representa ningún acontecimiento. El impacto fiscal neto es casi nulo, probablemente inferior al 0,1% del PIB de EEUU durante los próximos años, ya que los nuevos gastos y los nuevos impuestos se equilibrarán mutuamente», desarrolla muy crítico en un comentario Yves Bonzon, CIO del banco suizo Julius Baer.