La vorágine política obligará al Gobierno a iniciar el primer trimestre del año –de nuevo- con los presupuestos de 2023 prorrogados, pero con la vía para aprobar los próximos algo más despejada, después de haber logrado impulsar un paquete fiscal que demandó el voto a favor de hasta formaciones distintas. La aprobación de la reforma –el pasado jueves- es clave. Moncloa logró tejer una red de pactos –a priori imposible- en un tiempo récord (tres días) y ahora encara el siguiente reto: poner en marcha la maquinaria presupuestaria. «Esto significa, que puede evaluar las premisas sobre las que se construyen los Presupuestos», dijo ayer la ministra, María Jesús Montero en TVE.
No será fácil. El Ejecutivo debe antes volver a aprobar una senda de estabilidad que permita trazar un nuevo reparto de los objetivos de déficit, que sigue sin ser consensuada –oficialmente- con Junts. Los de Carles Puigdemont votaron en contra de tramitar el mecanismo en verano, y volvieron a anticipar su rechazo al segundo intento de llevarlo al Congreso en septiembre. Para avalarlo, demanda ampliar el margen del gasto siete décimas, hasta el 0,8%, e incluso han llegado a reclamar a Moncloa la posibilidad de distribuir los límites de gasto en función al peso de cada región sobre el PIB nacional. El Gobierno se ha mostrado dispuesto a ampliar el margen para las CCAA, en detrimento del Estado, que deberá asumir una parte mayor de ajuste. No obstante, las conversaciones avanzan con discreción, y no ha trascendido el rango al que Hacienda está dispuesto a llegar.
Aprobada la senda de estabilidad y fijado un techo de gasto definitivo, Economía podría desatascar el envío del plan presupuestario que Moncloa tiene pendiente con Bruselas tras remitir el plan fiscal que garantiza el cumplimiento de las reglas europeas.
Cumplido el trámite, le tocará el turno al proyecto de Presupuestos. PSOE y Sumar cuentan ya con un borrador pactado que podría ser anunciado en Consejo de Ministros a lo largo del próximo mes de diciembre. Los socios de coalición llevan semanas negociando un documento de mínimos sobre el que levantar las Cuentas. Parte de las peticiones de los de Yolanda Díaz, fueron incluidas por el PSOE como enmiendas en el paquete tributario votado el jueves; sin embargo, la mayoría decayó. Entre las peticiones frustradas se sitúan la supresión de las exenciones fiscales a las socimis, los seguros sanitarios o un repunte del IVA al 21% para los pisos de uso turístico. También el impuesto a las ‘Grandes Herencias’ superiores al millón de euros. No está previsto que el texto se apruebe en Consejo de Ministros hasta que no se celebre el Congreso Federal del PSOE de Sevilla, que concluye el 1 de diciembre.
Dos meses en el Congreso
A partir de entonces, Montero podrá acudir con las Cuentas al Congreso de los Diputados, iniciando así el trámite de los Presupuestos. Ese proyecto de Presupuestos podría recoger ya otras demandas estratégicas del resto de grupos del bloque de investidura, para evitar emborronar su primera votación en el Congreso: el debate sobre las enmiendas a la totalidad, que -seguramente- presente el Partido Popular.
Será entonces cuando comience el verdadero ‘viacrucis’. Fuentes parlamentarias apuntan a que el debate, la negociación y el trabajo en las diferentes comisiones en la Cámara Baja consumirán varios meses, y apuntan a que –llegado el caso- el Gobierno solo podría lograr sacar adelante los Presupuestos de 2025 en la segunda mitad del próximo mes de marzo. Cabe recordar que, en 2022, transcurrieron casi dos meses desde la presentación de las Cuentas ante el Congreso, el 6 de octubre, y la convalidación final en el pleno de la Cámara Baja, el 24 de noviembre. En esta ocasión, cuando se aprobaron los últimos Presupuestos, Sánchez logró el respaldo de diez formaciones diferentes.
La estrategia -dos años después de aquello- será similar, aunque en esta ocasión la cuenta empieza a contar con el año cerca de terminar. Moncloa cuenta con solo dos plenos en diciembre, a los que poder llevar cualquier iniciativa, por lo que podría repetirse la situación a la se vieron avocados los Presupuestos de 2024, cuando Sánchez no logró formar Gobierno hasta la segunda mitad de noviembre. Montero se puso entonces manos a la obra, pero lo trabajos se vieron frustrados por el adelanto electoral en Cataluña a mediados de marzo. En esta ocasión, la Montero ya ha recorrido parte del camino. Sin elecciones a la vista, y la victoria parlamentaria de la reforma fiscal en el haber del Gobierno, Hacienda cuenta con trazas para impulsar las Cuentas, pero ya con el 2025 iniciado.
Fuente: El Economista