Responder a la revolución tecnológica y la destrucción de empleo que conlleva la irrupción de la Inteligencia Artificial (IA) no pasa por crear nuevos impuestos especiales sobre ella. Así lo defiende el Fondo Monetario Internacional (FMI), que advierte de que un gravamen específico sobre los robots podría ralentizar la inversión y la innovación en un terreno que, aconseja, las propias administraciones públicas deberían cultivar para mejorar la eficiencia de sus procesos. En su lugar, propone el Fondo Monetario, los países deberían reforzar la tributación sobre el capital y las empresas para costear la mejora de los seguros de desempleo y formación que harán falta para paliar los efectos negativos de la IA sobre el empleo.
Estas son algunas de las principales conclusiones del informe Ampliando los beneficios de la Inteligencia Artificial generativa: el papel de las políticas fiscales, publicado ayer por el Fondo Monetario Internacional, con el ánimo de analizar la respuesta tributaria que los países pueden desarrollar para maximizar el potencial de esta nueva tecnología «y al mismo tiempo amortiguar los efectos negativos en el mercado laboral» o la distribución de la riqueza que acompañan a su disruptiva llegada.
Después de todo, el Fondo Monetario compara la irrupción de la IA generativa -como ChatGPT- con revoluciones de tal calado como la llegada de «la máquina de vapor, la electricidad y las primeras computadoras». Es decir, se trata de un arma de doble filo «con un enorme potencial para transformar los procesos de producción y acelerar significativamente el crecimiento de la productividad», revolucionando la disponibilidad de la información, a la vez que de una relevante fuente de «desafíos». «La magnitud y velocidad de la transformación plantea riesgos para los mercados laborales», subraya, con la diferencia de que esta vez afectará también a los trabajadores más cualificados. «Si bien la automatización y los robots ya han desplazado a los empleos de cualificación baja y media que implican tareas rutinarias, las capacidades de la IA generativa se extienden a una automatización más inteligente, amplificando potencialmente las pérdidas de empleo en las ocupaciones» de alta cualificación.
En este sentido, el Fondo Monetario ya emitió hace unos meses un informe específico sobre el impacto potencial de la Inteligencia Artificial sobre el empleo en el que advertía de que la irrupción de esta tecnología «probablemente empeorará la desigualdad», provocando la desaparición de un amplio espectro de puestos de trabajo e impactos en el 60% de los puestos laborales de las economías desarrolladas, el 40% en las emergentes y el 26% en los países
El Fondo concluye ahora que este impacto contribuirá a que el peso de los ingresos laborales siga disminuyendo, la desigualdad continúe al alza y aumente la concentración empresarial.
Frente a este desafío, los autores del informe concluyen que «no se recomiendan impuestos especiales sobre la Inteligencia Artificial», dado que pueden ser complejos de articular y convertirse en un obstáculo para la inversión, la innovación y el crecimiento de la productividad que supone esta tecnología. En todo caso se analizan todas las posibilidades y argumentos a favor en contra de este tipo de tributos, incluyendo la posibilidad de incrementar la carga impositiva sobre la huella de carbono de los servidores de IA o la energía consumida, dada la ingente cantidad de electricidad que requieren.
Dicho eso, el FMI asume que será necesario acometer fuertes inversiones públicas para paliar los efectos de la IA sobre el mercado laboral, dirigidos a reforzar los seguros de desempleo -que considera que «l a mayoría de países tienen margen para ampliar»-, reimpulsar las políticas activas de empleo, así como desplegar planes de formación en la nueva tecnología y de reciclaje laboral para quienes pierdan sus empleos.
Para cubrir estas nuevas necesidades, como alternativa al diseño de nuevos impuestos a los robots, el FMI destaca que «los impuestos generales sobre los rendimientos del capital, que han disminuido sistemáticamente en todo el mundo durante las últimas décadas, deberían fortalecerse para proteger» a los asalariados y «compensar el aumento de la desigualdad de la riqueza».
A partir de ahí, el documento también insta a reforzar la tributación societaria, mediante el desarrollo del nuevo tipo mínimo global del 15%, o la creación de nuevos impuestos sobre los beneficios excesivos.
Del lado contrario, el Fondo también defiende la necesidad de revisar los incentivos fiscales que favorecen la automatización de puestos de trabajo y su desplazamiento. Países como Alemania, Estados Unidos, Países Bajos, Nueva Zelanda, Singapur y Hong Kong favorecen la adquisición de software y hardware, incentivando la automatización de procesos hasta un punto que «puede ser indeseable», ilustra.
Finalmente, el FMI insta a las administraciones públicas a abrazar las ventajas de la Inteligencia Artificial generativa y a potenciar su desarrollo en campos como la educación, la atención médica, o la reducción de la carga burocrática. Los gestores, concluye, deberían adaptarse a los cambios con agilidad dada la velocidad de la transformación en ciernes. Las políticas fiscales y sociales que se diseñen hoy, apuntan sus autores, marcarán el sino de esta revolución tecnológica en las próximas décadas.
Fuente: Expansión