A apenas 11 días de que las campanadas de Año Nuevo lleven a la Unión Europea a volver a ceñirse sus corsés presupuestarios, desatados desde 2020 para dar aire a los socios ante la pandemia de Covid y la guerra en Ucrania, Los Veintisiete han llegado finalmente a un acuerdo in extremis para reformar las reglas fiscales gracias al empuje decisivo de París y Berlín.
El objetivo de la negociación era rediseñar el Pacto de Estabilidad y Crecimiento que fija los límites comunitarios de déficit y deuda pública para hacer honor a su nombre completo, garantizando un saneamiento creíble de las cuentas públicas europeas, sin ahogar al ciudadano, ni obstaculizar las inversiones estratégicas.
La fumata blanca ha sido oficialmente anunciada en la tarde de este miércoles por la vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Economía, Nadia Calviño, en representación de la presidencia rotatoria del Consejo de la Unión Europea que recae este semestre sobre España, y el vicepresidente de la Comisión Europea, Valdis Dombrovskis, tras una reunión extraordinaria del Ecofin, que reúne a los ministros de Economía y Finanzas de la UE.
El acuerdo, sellado en apenas un par de horas de videoconferencia, fue realmente desbloqueado durante la anterior madrugada en París, donde el ministro de Finanzas alemán y líder liberal, Christian Lindner, acudió a reunirse con el ministro de Economía francés, Bruno Le Maire. El acuerdo entre ambos, siendo el primero líder de los halcones que priman la ortodoxia en el ajuste, y el segundo de los defensores de dar espacio al crecimiento y a la inversión, fue la clave para desbloquear una negociación que llevaba meses encallada.
Calviño, en todo caso, ha querido poner en valor el papel de moderador que ha jugado España en el pulso. «El acuerdo unánime muestra el equilibrio de la propuesta de la presidencia española», ha dicho, detallando que permitirá acometer una «reducción sostenida y gradual de déficit y deuda», de forma creíble y gradual, garantizando la «protección de inversiones verdes, digitales, sociales y en Defensa para tener un crecimiento más seguro, sostenible e inclusivo».
El acuerdo definitivo sellado por Los Veintisiete de forma unánime se basa en la propuesta original de la Comisión Europea de pasar de pautas de consolidación fiscal idénticas para todos a sendas personalizadas, de cuatro años o siete si prometen reformas estructurales, en función de la situación particular de cada país.
«Es un gran acuerdo que llega en el momento adecuado, que da la certidumbre y confianza a los mercados financieros, a los ciudadanos y nos va permitir seguir avanzando en términos de prosperidad y crecimiento sostenible, basado en la responsabilidad fiscal con políticas contracíclicas que protejan inversiones de futuro necesarias», ha defendido Calviño.
«Las nuevas reglas son más creíbles y más realistas, responden a la realidad del mundo pospandemia, al incremento muy significativo de défitit y deuda de todo los estados miembros, también la realidad actual en términos de necesidades de inversión para afrontar la transición verde y digital, de seguridad y autonomía estratégica de Europa y también incorpora las leciones aprendidas de la gran crisis financiera», ha defendido Calviño.
«Son reglas que se adaptan a las situación específica de cada uno de los países, garantizando sostenibilidad fiscal a medio plazo e incorpora salvaguardas, una red de seguridad para asegurar que todo el sistema es equilibrado en términos de disciplina fiscal y crecimiento económico, inversión verde, digital, social y de defensa. Es un paquete equilibrado y el consejos logrado lo refleja», ha agregado la vicepresidenta española.
A partir de ahí, la modulación dependerá de un único indicador: la evolución del gasto, ha explicado la vicepresidenta primera española, aplicando a ese núcleo cuatro salvaguardas.
Estas, ha detallado, buscan garantizar el crecimiento potencial del PIB; un espacio fiscal suficiente por debajo del objetivo del 3% del déficit marcado por el tratado para poder desarrollar políticas contracíclicias; salvaguardas para garantizar un crecimiento sostenible y un impacto anticícliclo, y para proteger inversiones en ámbitos, verde, digital, social y de Defensa.
La vicepresidenta española ha explicado, además, que el pacto contempla un régimen transitorio de las nuevas reglas fiscales hasta el año 2027 que «suaviza el impacto de la rápida subida de los tipos de interés y la carga de intereses de la deuda pública protegiendo así el margen fiscal necesario» para poder continuar desarrollando las inversiones estratégicas.
La letra pequeña
Las nuevas reglas fiscales conservarán los tradicionales límites comunes del 3% del PIB_en déficit y el 60% en deuda, si bien se regirán a partir de un indicador central:_la evolución del gasto.
A partir de ahí, la pelea se ha centrado en cada coma de «cuatro salvaguardas», una especie de «red de seguridad», en palabras de Calviño, para «garantizar la reducción sostenida de la deuda; el impacto contracíclico; fijar un sistema de control más realista y eficaz; a la vez que se protegen las inversiones públicas en los ámbitos verde, digital, social y de defensa».
Para empezar, al ajuste común de medio punto de déficit anual exigible a los países incumplidores que ya impuso Alemania, se suma otra de sus exigencias: un recorte mínimo de deuda que finalmente será de un punto porcentual para los países con deuda superior al 90%, como es el caso de España, y del 0,5 para quienes se sitúen entre el 60% y el 90%.
Además, para que los países no apuren siempre el límite del 3% de déficit, desde el que luego disparan sus desequilibrios entre ingresos y gastos cuando arrecian crisis, se fija un margen fiscal de déficit estructural del 1,5%. Así, estados como España que aún pugnan por sortear el procedimiento de déficit excesivo al superar el 3%, tendrán que seguir rebajando su agujero una vez llegados ahí. El ajuste desde el 3% será de 0,4 puntos de déficit estructural primario al año, que no llega al 0,5 que pedía Berlín y, al ser «primario», descuenta los intereses de la deuda como pedía París. El recorte podrá reducirse a 0,25 puntos cuando el plan de ajuste sea a 7 años, plazo que previsiblemente se generalice pues se tendrán en cuenta las reformas ligadas al plan Next Generation.
Finalmente, las nuevas reglas contienen un régimen transitorio hasta 2027 para suavizar el impacto de la subida de la carga de intereses, protegiendo la capacidad de inversión, como peleaba el bloque liderado por Francia.
Broche a la presidencia española
El pacto alcanzado este miércoles resulta clave pero no es definitivo, puesto que el proyecto legislativo debe someterse aún a la tramitación en el Europarlamento, donde quedará sujeto a nuevos cambios, con la expectativa en todo caso de tratar de tenerlo definitivamente aprobado en el primer trimestre del año y antes de las elecciones europeas del próximo mes de junio.
Más allá, el acuerdo supone el último gran hito de la presidencia rotatoria del Consejo de la Unión Europea que España despide ahora para entregar el relevo a Bélgica, así como la despedida de Calviño como vicepresidenta, dado su paso a la presidencia del Banco Europeo de Inversiones (BEI).
«El acuerdo político para reforma de las reglas fiscales que pone el broche de oro a la presidencia española del Consejo, que tiene un balance verdaderamente brillante, con más de 50 acuerdos, 190 trílogos, 29 reuniones presenciales, numerosas negociaciones y un avance claro en expedientes prioritarios para el presente y el futuro de Europa», ha reivindicado Calviño.
Fuente: Expansión