La industria del plástico se rebela contra el dumping chino en plena ofensiva fiscal contra el producto y después de que el 1 de enero haya entrado en vigor en España el nuevo impuesto al de un solo uso.

PET Europa, la asociación que agrupa a los principales fabricantes de la Unión Europea, ha presentado una denuncia contra el gigante asiático ante las autoridades de Bruselas, que han procedido ya a la apertura de un expediente.

Nadja Weiss, secretaria general de la asociación, ha respondido, ante las preguntas de este periódico, que hay diez grandes fabricantes que integran la asociación. «En total, tenemos 10 socios, ocho de los cuales son sólo productores de resina de PET, uno de resina de PET y PTA y uno únicamente de PTA. Tres de ellos tienen plantas de fabricación en España (Indorama Ventures, Novapet y Plastiverd)», explica Weiss.

Indorama Ventures es un grupo tailandés que en 2016 formalizó la compra de sus tres líneas de producción a Cepsa Química en una fábrica en San Roque (Cádiz); la aragonesa Novapet, que forma parte del grupo Samca, con sede en Zaragoza aunque cuenta con plantas en Fuenlabrada (Madrid), y Barbastro (Huesca) y Plastiverd , propiedad del grupo extremeño, Cristian Lay, nació de la compra en 2014 de la unidad productiva de resina PET del Grupo La Seda por parte de GL Grupo Industrial, y cuenta con instalaciones industriales en El Prat (Barcelona).

Investigación en marcha

Bruselas ha anunciado ya la apertura de una investigación, que se centrará en los posibles daños y perjuicios causados a la industria europea entre el 1 de enero de 2022 y el pasado 31 de diciembre. Según el Diario Oficial de la Unión Europea, todas las partes interesadas que deseen presentar observaciones sobre la denuncia disponen de 37 días a partir del pasado 30 de marzo de 2023 para hacerlo.

En España, según los datos de la plataforma Esplásticos, de la que forma parte también PETEuropa, hay alrededor de 3.000 empresas dedicadas a la fabricación y transformación de este material, muchas de ellas pymes, con una cifra de negocios conjunta de 30.000 millones de euros y más de 93.000 empleos. El sector representa así el 2,7% del PIB español. El dumping chino llega en un momento de máxima tensión  no solo en el sector del plástico, sino en toda la cadena alimentaria debido al impuesto. España se convirtió el pasado 1 de enero en el único país de Europa en aplicarlo, a pesar de los continuos llamamientos por parte de la industria para que hubiera una prórroga y después de que todos los demás Estados de la UE optaran por retrasar su entrada en vigor.

El sector lleva soportando desde hace tiempo un gran incremento de costes (materias primas, transporte, energía…) a las que ahora, se ha sumado una medida, el impuesto a los productos no reciclados, que tendrá un impacto directo de 690 millones de euros. El gravamen, de 0,45 euros por kilo, afecta a los envases no reutilizables que contengan plástico en la medida en que estén diseñados para contener, proteger, manipular, distribuir y presentar mercancías.

El impuesto

«La introducción del impuesto exclusivamente en nuestro país incrementa los sobrecostes para las empresas españolas y, por tanto, le resta competitividad frente a sus vecinos europeos, generando además una gran inseguridad jurídica», advertía ya a finales del pasado mes de diciembre el director general de Aecoc, José María Bonmatí.

La denuncia llega además en un momento en el que Europa está tratando de marcar sus pautas en las relaciones comerciales que mantiene con China. Desde principios de abril, varios mandatarios europeos como la propia presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen; el presidente francés, Emmanuel Macron y el presidente español, Pedro Sánchez, han visitado el país para pedirle una mayor apertura económica.

Esta misma semana, Von der Leyen ha acudido al Parlamento Europeo para dar cuenta de su visita institucional al país. La presidenta aseguró en la misma que China ha pasado página de la era de «reforma y apertura» y está entrando en una nueva era de «seguridad y control». Para ello, según indicó «China está aplicando abiertamente una política de reducción de su dependencia del mundo -eso está completamente bien, es su derecho-, pero aumentando al mismo tiempo la dependencia del mundo respecto a sí misma». La batalla está abierta.

Fuente: El Economista