Solo Hungría ha aprobado un impuesto basado en los potenciales beneficios extraordinarios empresariales en la actual coyuntura y ante una subida de los tipos de interés, el mismo argumento con el que el Gobierno quiere crear un nuevo impuesto a la banca en España con el que recaudar 3.000 millones en dos años.
La idea del Ejecutivo es que ese nuevo gravamen sea abonado por todas las entidades cuyos intereses y comisiones brutas cobradas a los clientes superaran los 800 millones en 2019, lo que aplicaría a cerca de una decena de bancos españoles, entre ellos Santander, BBVA, CaixaBank, Sabadell, Unicaja Banco y Bankinter.
Además de esas seis entidades se incluirían, al menos, otras tres (Kutxabank, Abanca y el Grupo Cajamar), según los datos consultados por Efe, que se verían obligadas a pagar un tipo del 4,8% sobre sus comisiones e intereses netos, de acuerdo con la proposición de ley registrada por el PSOE y Unidas Podemos en el Congreso.
En el resto de Europa solamente Hungría ha apostado por un impuesto para potenciales beneficios extraordinarios, que aplica no sólo sobre la banca sino sobre un total de 20 sectores y se calcula sobre los ingresos netos del año (antes de provisiones y extraordinarios) con una tasa del 10% en 2022 y del 8% en 2023.
Sin embargo, el tipo de intervención del Banco Central de Hungría está en el 9,75%, frente al 0,5% de la zona del euro, y además se trata de un país de baja tributación en Europa, ya que aplica el 9% en el impuesto de sociedades, el más bajo de toda la Unión Europea.
Fuera del Viejo Continente, Canadá también se había animado a promover una tasa que afectaría a la banca con un recargo sobre el impuesto de sociedades, pero finalmente decayó en el trámite parlamentario.
Impuestos de Sociedades
Aunque la propuesta de Canadá no saliera adelante, los expertos consultados por Efe ven más razonable esa vía como fórmula de elevar la recaudación del Estado procedente de los beneficios de la banca, para empezar porque aplicaría al conjunto del sector, sin discriminar entre entidades.
No obstante, en la actualidad el tipo del impuesto de sociedades que se aplica a la banca en España es del 30%, 5 puntos porcentuales por encima del que se aplica al resto de sectores y un porcentaje que sólo se supera en Europa por Malta, donde llega al 35%.
Según datos de la propia Agencia Tributaria, después de deducciones, la contribución fiscal de la banca española sigue superando a otros sectores ya que, en conjunto, el tipo efectivo de los bancos es del 25% y el tipo medio de las empresas es del 21%.
Y a eso se añade que el sector bancario español soporta más cargas fiscales, por ejemplo, impuesto sobre depósitos, contribución al Fondo de Garantía de Depósitos y al Fondo Único de Resolución, impuesto de actos jurídicos documentados en las hipotecas o impuesto sobre las transacciones financieras, entre otros.
Mientras tanto, el tipo efectivo de las empresas digitales en España no llega al 10%. Para solucionar la baja tributación de algunas empresas multinacionales con negocios de este tipo, el Gobierno aprobó el impuesto sobre determinados servicios digitales (IDSD) en 2020.
La recaudación estimada inicialmente de 968 millones está muy por encima de la recaudación real conseguida, que se quedó en 240 millones en 2021, según datos igualmente de la Agencia Tributaria, pero es que además se acordó su eliminación cuando entre en vigor el acuerdo alcanzado por la OCDE y el G-20 para adaptar el sistema fiscal internacional al siglo XXI.
Santander y BBVA
Atendiendo únicamente a los dos grandes bancos españoles, tanto el Santander como el BBVA soportan ya una mayor carga fiscal que sus competidores en el resto del mundo, incluyendo en la muestra a Société Générale, BNP Paribas, Intesa, Unicredit, ING, Deutsche Bank, Barclays, HSBC, Lloyds, Standard Chartered, JP Morgan, Bank of America, Wells Fargo, Citi, Itaú y UBS.
En concreto, la carga fiscal del Grupo Santander en 2021 se situó en el 34%, la mayor de los bancos comparables en Europa y EEUU, mientras que la de BBVA se situó en el 27%.
Ambas muy superiores al promedio pagado por los bancos de la eurozona, que fue del 27%, del Reino Unido (20%) o de Estados Unidos (16%).
Fuente: El Economista