El consumo se vuelve a parar y la escalada de la inflación pasa ya factura a las grandes superficies. De acuerdo con los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), la ventas de este tipo de establecimientos han vuelto a terreno negativo, registrando una caída en marzo del 1,3% respecto al mismo mes del año anterior, una vez descontados los efectos del calendario, según los datos del INE. El dato es especialmente significativo porque se produce después de que en enero las ventas de las grandes superficies hubieran crecido en tasa interanual un 11,2%% y en febrero aumentaran un 8,7%.
Desde Anged, la Asociación Nacional de Grandes Empresas de Distribución, que agrupa a compañías como Carrefour, Alcampo, Eroski o El Corte Inglés, admiten que “la inflación se ha convertido en un problema de primer orden para empresas y hogares. Y es que para la patronal, “en un entorno muy desfavorable, la guerra en Ucrania ha añadido si cabe más tensiones a la preocupante escalada que desde hace meses se ha producido en los precios de la electricidad y los carburantes, el alza histórica de las materias primas, los problemas de oferta y los cuellos de botella de la logística internacional”. En consecuencia, se empieza a observar así por parte del sector un deterioro de la confianza de los agentes, que afecta de forma negativa a las previsiones de inversión y empleo de las empresas y, en especial, a la capacidad de compra los hogares más vulnerables.
“La situación internacional por la guerra en Ucrania y la crisis energética obligan a redefinir de forma inmediata la estrategia de las empresas, en un escenario muy duro. Este esfuerzo del sector privado tendría que ir acompañado de medidas que ayuden a reducir los costes y que flexibilicen el margen de actuación, si no queremos abocar al colapso de muchas de empresas”, señala Javier Millán-Astray, vicepresidente Ejecutivo de Anged.
En su opinión, “mientras dure esta coyuntura se debería adoptar medidas en dos frentes. Por un lado, realizar una profunda revisión de aquellas normas vigentes o previstas que representen un incremento adicional de los costes de las empresas. Por otro lado, dotar a las empresas de un marco de flexibilidad imprescindible para cumplir los objetivos y ajustarse a las nuevas condiciones del entorno económico”.
Tasas negativas en comercio minorista
En su conjunto, el comercio minorista registró en marzo un retroceso de sus ventas del 5,5% en relación al mismo mes de 2021, tasa 7,2 puntos inferior a la del mes anterior y su caída más acusada desde febrero de 2021, cuando se desplomaron un 9,5%. Así, las ventas del comercio minorista regresaron en marzo a tasas negativas después de dos meses de incrementos interanuales consecutivos, según el INE. A la espera de conocer los datos de abril, en marzo, las ventas de alimentos en el sector minorista bajaron un 0,8% en comparación con el mismo mes de 2021, mientras que las del resto de productos lo hicieron en un 11,3%, especialmente las de otros bienes, con una caída del 9,3%, y las de equipo de hogar, con un descenso del 5%, mientras que subieron las de equipo personal, que llegaron a aumentar un 6,7%.
Ante esta situación, Anged ha elaborado un barómetro y ha recogido en un informe la opinión de distintos expertos a la hora de combatir la inflación y su efecto sobre los márgenes de las empresas, que no deja lugar a duda acerca de la necesidad de reducir la presión fiscal. “Dada la naturaleza del actual episodio inflacionario, que no deja de ser una perturbación negativa de oferta, resulta clave que las medidas que se implementen vayan dirigidas a paliar los efectos de este shock sobre nuestro tejido empresarial.
Así, Gregorio Izquierdo, director general del Instituto de Estudios Económicos, explica que “la mejor solución pasa por abordar una rebaja de los impuestos que soportan las empresas, así como planes liberalizadores, que contribuyan a aliviar la presión que suponen los incrementos de costes de producción, lo que permitiría evitar un deterioro mayor de los márgenes empresariales, así como sostener la actividad y el empleo. Una prioridad debe ser evitar mecanismos de indiciación, que suponen aún mayores incrementos de costes para las empresas y desencadenan espirales de precios-salarios, contribuyendo a agravar todavía más el problema”.
María Jesús Fernández, economista senior de Funcas, apunta en esta línea que “el estrechamiento de los márgenes empresariales procede del encarecimiento de los costes de producción por el aumento de precios de las materias primas, la energía y transporte marítimo, que se han ido transmitiendo a lo largo de la cadena”. En su opinión, “en el caso de las empresas de distribución, se encarece tanto el precio al que se adquiere el producto como la factura de la electricidad, que en el comercio tiene un peso importante”, por lo que “la única medida realmente potente que está en manos del Gobierno sería modificar el funcionamiento del mercado mayorista eléctrico, con el fin de abaratar el precio de la electricidad”.
Juan Pablo Riesgo, socio de EY, insiste asimismo en la necesidad de reducir la factura fiscal. “Para reducir el impacto inflacionista en los márgenes de las empresas se pueden aplicar nuevas deducciones en el Impuesto sobre Sociedades, con cargo al Mecanismo de Recuperación y Resiliencia, por inversiones dirigidas a mejorar la eficiencia de los procesos de producción (por ejemplo, la adaptación a exigencias como la transición ecológica, la facturación electrónica, la ciberseguridad, la capacitación digital, la automatización de procesos, la nube, el software de gestión, etc.) que liberen recursos a las empresas y les dé más margen para evitar trasladar a precios el impacto de los sobrecostes de producción provocados por el repunte de la inflación”.
Para Riesgo, “las empresas del sector del comercio pueden reducir costes lo máximo posible y acogerse al máximo número de ayudas públicas para poder proteger su cuenta de pérdidas y ganancias, así como hacer eficientes al máximo sus procesos, tratando de evitar trasladar a precios el sobrecoste de producción provocado por el repunte de la inflación”.
Desde Singular Bank, Alicia Coronil, su economista jefe, alerta de “una fuerte erosión de la renta disponible de los hogares y un deterioro de los márgenes empresariales ante el repunte de los costes de producción, con implicaciones negativas en el consumo, la inversión y la estabilidad del empleo” e insiste también en la necesidad, cuanto antes, de “reducir la presión fiscal”.
Fuente: El Economista