Las economías podrían firmar formalmente en la Cumbre de Cornualles, del 11 al 13 de junio. Biden rebajó el tipo mínimo global del 21% al 15% en busca de consenso.
El Grupo de las Siete principales economías avanzadas del planeta (G7) está cerca de lograr un acuerdo sobre la aplicación de un impuesto mínimo global a las multinacionales, según adelantó el Financial Times. La cabecera indicó que un potencial compromiso podría alcanzarse tan pronto como este mismo viernes dados los múltiples avances registrados en las últimas semanas.
De ser así, el respaldo allanaría el camino para materializar un acuerdo global a finales de año que armonice la fiscalidad internacional de las compañías más grandes del planeta. El aval de Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Francia, Alemania, Italia y Japón supondría un requisito indispensable para avanzar en las negociaciones formales que tienen lugar dentro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) a petición del G20.
Precisamente, la semana pasada, la Administración de Joe Biden redujo sus ambiciones sobre el tipo mínimo global a las multinacionales desde el 21% hasta el 15% en un intento por conseguir un mayor consenso internacional. También reiteró su oferta de permitir que una parte de los beneficios mundiales de las mayores empresas del planeta se graven en función de la localización de las ventas, algo que supone un guiño a las exigencias de Francia y Reino Unido.
Si los ministros de finanzas llegasen a un acuerdo, los líderes del G7 podrían firmarlo formalmente en la Cumbre de Cornualles, que se celebrará del 11 al 13 de junio y solidificar así las negociaciones en curso entre los 139 países miembros de la OCDE.
En estos momentos está previsto que en la reunión de este verano del G20 se avance hacia un acuerdo global pero que las propuestas definitivas no se materialicen hasta por lo menos el próximo octubre.
Aún así, los países con un impuesto de sociedades más bajo que la media aún no han manifestado su acuerdo. El ministro irlandés de Economía, Paschal Donohoe, ha subrayado que los países más pequeños deben poder seguir utilizando la tributación de las empresas como una herramienta competitiva.
De hecho, el departamento de finanzas irlandés declaró el lunes que «los 139 ministros de finanzas aún no han debatido a nivel político dentro del marco inclusivo (de la OCDE), incluidos el calendario de aplicación y la base jurídica (de las propuestas)», apuntó el FT.
No obstante, un potencial acuerdo sobre la implantación de un impuesto mínimo global aumentaría los ingresos de los gobiernos en hasta 100.000 millones de dólares al año, según cálculos este organismo.
Desde su confirmación en el cargo, la secretaría del Tesoro, Janet Yellen, ha apoyado las ventajas que conllevaría un tipo mínimo global del impuesto de sociedades que, según ella, disuadiría a las empresas a trasladar sus sedes fiscales a otros países para reducir sus cargas tributarias aunque la mayoría de sus operaciones estén en EEUU.
Al fin y al cabo incrementar la fiscalidad a las empresas patrias formar parte clave para financiar el ambicioso plan de infraestructuras de Biden. El inquilino de la Casa Blanca rebajó el pasado viernes la factura de su proyecto de Ley de Empleo Americano hasta los 1,7 billones de dólares, desde los 2,2 billones de dólares iniciales, en busca de aunar posiciones en el Capitolio.
Sin embargo esta contraoferta sigue triplicando la propuesta de los republicanos del Senado, que ofrecieron un plan para gastar 568.000 millones de dólares en cinco años y estarían dispuestos a elevar sus concesiones hasta los 900.000 millones de dólares.
Aunque ambas partes están de acuerdo en la necesidad de invertir en la mejora de las infraestructuras estadounidenses existe una gran diferencia sobre cómo implementar el dinero a invertir y las consecuencias que se derivarán del gasto adicional.
Fuente: ElEconomista.es