Ha llegado el mes de septiembre con una economía muy debilitada y con la pandemia sin resolver. Tenemos que ser realistas: hemos de convivir con el virus, intentando limitar los contagios y los efectos negativos.
Con responsabilidad y algunas decisiones personales, como usar la mascarilla, evitar las concentraciones e incidir en la limpieza de las manos, nos estaremos protegiendo mejor.
El respeto de las medidas temporales, a la espera de una vacuna segura, sería suficiente para no ver limitada otra vez nuestra libertad, como pasó con el confinamiento, y sería clave para evitar otro parón, que haría mucho daño a la actividad económica.
No es agradable tener que llevar la mascarilla o no poder socializar como antes, pero el coste personal de adoptar estas medidas de protección es mínimo con respecto al riesgo de unas restricciones de nuestras movilidades o actividades; en definitiva, de nuestras libertades.
En cuanto a la actividad económica, los próximos meses serán muy complicados, por lo que el factor tiempo será determinante. Los gobiernos tendrán que estudiar un presupuesto que tenga en consideración la ayuda a las empresas y a las familias afectadas por el cierre pero, para relanzar la economía y acceder al uso de los fondos europeos, tendrán que preparar un plan creíble de reformas que potencien, en manera estructural, el sistema sanitario, el sistema educativo, las infraestructuras, la economia verde, la digitalización, el sistema judicial y el sistema fiscal.
Estas líneas prioritarias, indicadas por la misma Comisión Europea, interesan más o menos a todos los países y será responsabilidad de cada gobierno estudiar las iniciativas más adecuadas a su país para conseguir estas reformas.
En mi opinión, al margen de las insoportables peleas políticas, para reactivar la economía y resolver los problemas de solvencia actuales, los gobiernos tendrían que utilizar tres claves:
– La reducción de la «burocracia», cultivo de ineficiencia y corrupción.
– La «inversión» para promover infraestructuras, economía verde y digitalización.
– Una reforma fiscal para dar más aire a familias y empresas y generar más puestos de trabajo.
Los gobiernos que utilicen estas claves darían un sentido de perspectiva al aumento de la deuda pública y podrían generar en los ciudadanos una nueva confianza en el futuro que dinamice sus iniciativas.
Los gobiernos que, desgraciadamente, hagan lo contrario, preferirán actos populistas, demagógicos y seguirán con más subvenciones, más burocracia y más presión fiscal. Por ello, no solo tendrán muy difícil el acceso a los fondos europeos, sino que conseguirán para sus países unos resultados económicos y sociales catastróficos.
Fuente: Abc.es