Con las restricciones en las fronteras, el sector se agarra a los turistas españoles. En 2019, los turistas extranjeros gastaron en España casi el triple que los nacionales.
El turismo enfrenta con la pandemia del Covid-19 la que ya es unánimemente considerada la peor crisis para el sector desde la Segunda Guerra Mundial. Su magnitud es global y amenaza con borrar 2,7 billones de dólares del Producto Interior Bruto (PIB) mundial y más de 100 millones de puesto de trabajo, según las estimaciones del World Travel and Tourism Council (WTTC). Estas cifras representan más de la cuarta parte del PIB turístico anual, de 8,8 billones de dólares, y la tercera parte de los alrededor de 300 millones de empleos que genera este sector.
Un golpe letal para la economía mundial, puesto que la industria turística tiene un peso del 10,3% y aporta prácticamente uno de cada diez trabajadores. Europa, con una pérdida de 700.000 millones de dólares, y América del Norte, de 680.000 millones de dólares, serán las regiones más impactadas por la crisis del turismo.
El turismo, que se erigió en crisis pasadas en el primer motor de la recuperación económica, ha recibido el más rápido y profundo castigo de la pandemia. Su producción es inexistente en muchos países del mundo, entre ellos España, y el horizonte, lejos de despejarse, continúa teñido de oscuridad por las incertidumbres que rodean a la movilidad global. La apertura libre de las fronteras es una incógnita por ahora, si bien en el caso de España los planteamientos que están hoy sobre la mesa del Gobierno es que no se producirá hasta el mes de octubre. También lo es la reacción de las personas una vez se levanten las barreras, porque el miedo es un elemento imposible de calibrar. Es por ello que el momento requiere medidas globales orientadas a garantizar la seguridad sanitaria para la reactivación, pero también ayudas específicas que contribuyan a salvaguardar el tejido empresarial y laboral. Así lo han entendido potencias turísticas como Estados Unidos, Alemania, Reino Unido, Francia y Holanda.
El Gobierno de España, donde el turismo tiene un peso aún mayor, con más del 12% del PIB nacional con sus efectos indirectos se calcula que impacta sobre cerca del 35% de la economía, no ha abordado hasta la fecha un plan concreto para el turismo. El escenario que vislumbra el sector privado es que se perderán hasta 124.150 millones de euros, lo que equivale al 81% de lo que preveía generar al comienzo de 2020. La destrucción de empleos esperada podría alcanzar los 800.000.
El 11 de mayo, «inviable»
El Ejecutivo de Pedro Sánchez ha trazado un plan de desescalada social que ha desatado las críticas de sectores vitales para la economía española como la hostelería, el comercio y el turismo. El 11 de mayo podrán reabrir, pero con unas restricciones que, ‘de facto’, les impiden hacerlo a muchos negocios, al menos en unas condiciones económicamente sostenibles. Lo podrán hacer con unas limitaciones graduales en el aforo o, como en el caso de los hoteles, sin posibilidad de acceso a las zonas comunes. Y además en un contexto en el que las fronteras interprovinciales -y por supuesto las internacionales- permanecerán bloqueadas. Se les permite, por tanto, reanudar la actividad con la certeza de que apenas tendrán clientes. Más aún, a una semana para el final del estado de alarma, tampoco están desarrollados los protocolos sanitarios que los establecimientos deberán aplicar para garantizar la seguridad sanitaria de las personas.
Para el vicepresidente ejecutivo de Exceltur, José Luis Zoreda, el plan de desescalada anunciado por Sánchez la semana pasada «no tiene ninguna pretensión ni ningún elemento de estímulo para la apertura de la actividad turística el 11 de mayo». Su hipótesis es que «a finales de junio podría arrancar la demanda española por carretera, aunque a día de hoy sin ninguna certeza». Defiende que el turismo es «una cadena de valor interrelacionada, en la que todos dependemos de todos». «Si los hoteles tienen que abrir sin que los ciudadanos puedan salir de sus provincias y sin utilizar los espacios comunes o sin que haya restaurantes a los que ir, la reapertura es absolutamente inviable», advierte.
Se trata, en definitiva, de un círculo vicioso de difícil solución mientras la movilidad esté restringida. Y aun permitidos los viajes internos, muchas empresas tienen serias -y razonables- dudas sobre la reapertura, al menos hasta que se reactiven los vuelos internacionales. No hay que olvidar que España recibió el año pasado más de 84 millones de turistas extranjeros que gastaron 92.278 millones de euros. Mientras, los españoles realizaron 173,7 millones de viajes por España, con un gasto total de 32.014 millones. Es decir, el turismo internacional aporta prácticamente tres veces más que el nacional.
Con las fronteras ‘cerradas’ presumiblemente hasta octubre, el turismo nacional se erige en la única alternativa para los españoles. Por ese lado cabe esperar un repunte. Pero, al mismo tiempo, la aprehensión a viajar por el coronavirus y el deterioro económico de las familias españolas son millones de personas las que se han visto afectadas por ajustes temporales o definitivos de empleo o que han visto recortados drásticamente sus ingresos lo contrarrestarán. Además, los viajes de negocios, que en 2019 supusieron 6.697 millones (el 21% del gasto interno), también es de prever que disminuyan considerablemente. El resultado de la ecuación, por tanto, es completamente incierto.
En este escenario, el Gobierno no ha atendido ninguna de las demandas del sector turístico. Exceltur, organización que agrupa a una treintena de los mayores grupos españoles, ha diseñado una estrategia sobre la que, a su juicio, el Ejecutivo y las Comunidades Autónomas deben guiar sus pasos para asegurar la recuperación del turismo en el medio plazo. Lo enmarca, además, evidenciando la insuficiencia de las medidas generales en materia económica que ha adoptado el Ejecutivo si se compara con los principales países turísticos, donde, además, su tasa de contagios por coronavirus es sustancialmente inferior a la de España. En este punto, las empresas defienden también una estrategia común dentro de la Unión Europea.
El Plan Renacer Turismo
Bajo el título de Plan Renacer Turismo, con una perspectiva hasta el año 2023, Exceltur identifica tres fases para la recuperación del sector. Para la primera, hasta junio, reclama garantías para la supervivencia empresarial con iniciativas que permitan recortar gastos y combatir las tensiones de liquidez con la ampliación de las líneas del ICO con aval de 90% específicas para el sector, extendiendo los ERTEs hasta final de 2020, primando bonos canjeables frente a devoluciones directas a consumidores, facilitando moratorias de hipotecas y posponiendo pago de impuestos y tasas de todo tipo.
En una segunda fase de junio a diciembre, en la que la movilidad irá creciendo progresivamente y que podría convertirse en la ‘temporada alta’ del año, la organización pide prolongar la mayoría de esas ayudas y potenciar iniciativas para enfatizar la seguridad y atractivo de España como destino. Y ya en la tercera etapa de consolidación, entre 2021 y 2023, demanda el refuerzo de la competitividad con una estrategia turística, bajadas del IVA y tasas de transporte y acciones para un modelo más sostenible, digitalizado y con una oferta y demanda de mayor valor añadido.
Fuente: ElEconomista.es