El planeta está inmerso en una crisis sin precedentes para la que no existe manual. Los líderes europeos han desempolvado su lenguaje castrense, y ya hablan del mayor desafío desde la II Guerra Mundial. Como todas las crisis, llegó por el punto ciego. Y, como muchas, muta según crece y se expande. Porque este coronavirus Covid-19 que amenaza con provocar el colapso de los sistemas sanitarios también precipitará la recesión mundial. Por el camino, escuelas y negocios han cerrado, y numerosos países, entre ellos los europeos, han restringido las llegadas.
En Europa, los tabúes se van ablandando según la pandemia avanza. El Pacto de Estabilidad se ha suspendido por primera vez en su historia. Alemania se salta su doctrina del schwarze Null y emitirá 150.000 millones en deuda. Y los líderes europeos y sus ministros de Finanzas ya discuten la emisión de deuda conjunta, los famosos eurobonos, o al menos unos temporales: unos coronabonos. Mientras las autoridades luchan por controlar el aumento de afectados, los Gobiernos de todo el planeta y sus bancos centrales han ido desplegando su arsenal económico. Algunas estimaciones conservadoras sitúan el paquete económico hasta ahora en el 2% del PIB mundial, más de lo que se destinó a la Gran Recesión de 2007-2008.
La prioridad hasta ahora ha sido evitar que el coronavirus destruya el tejido productivo, ya sea en los sectores más expuestos, las pymes o sus trabajadores . Por eso, los países bombean liquidez y ofrecen avales para que no falte crédito para pagar sus facturas. Al mismo tiempo, Gobiernos como los de España, Alemania o Dinamarca han apuntalado sus esquemas para respaldar a los trabajadores golpeados por el parón de la actividad. Con una economía (y una sociedad) detenida, la gran pregunta es en qué momento sacarla del parón. ¿Cuándo hay que inyectarle este estímulo fiscal «ambicioso» y «coordinado» que piden en Madrid, en Bruselas, en Fráncfort y en Washington para volver a arrancar?
La preocupación sobre el momento adecuado ha estado presente durante las pasadas semanas. «Tiene que ser muy oportuno, no lo puedes adoptar demasiado pronto ni demasiado tarde», advirtió el comisario de Economía, Paolo Gentiloni, el 2 de marzo. «Queremos un estímulo fiscal» decía un alto cargo del Gobierno español poco después, sin embargo la adopción de decisiones era la semana pasada aún «prematura».
Los ministros de Finanzas europeos señalaron tras su teleconferencia el pasado lunes que, más allá de la respuesta inmediata que se está dando, están trabajando en «todas las medidas necesarias, para ayudar a que la economía se recupere una vez que el coronavirus retroceda». La prioridad es ahora lidiar con la saturación en los hospitales y salvar vidas. Además, algunos diplomáticos europeos y fuentes comunitarias cuestionan cuál sería el impacto de un gran paquete de estímulo cuando los consumidores están encerrados en sus casas y las industrias no esenciales van camino de echar temporalmente la persiana, como en China e Italia. El pico en el número de afectados aún no se adivina, ni siquiera en Italia, donde la pandemia va al menos una semana por delante respecto al resto de vecinos.
El momento de poner el paquete sobre la mesa puede que esté cerca, e incluso algunos opinan que no hay más tiempo que perder. «El estímulo tiene que llegar cuanto antes mejor», señala Maria Demertzis, subdirectora del centro de análisis Bruegel. «Hemos puesto a la economía en un coma inducido, así que hay que bombearle para despertarla».
El pasado miércoles, Mario Centeno, presidente del Eurogrupo, dijo que se tomarían decisiones «pronto» respecto a las «nuevas armas» que la zona euro desplegará frente al impacto del coronavirus. El fin de semana añadió que este martes el Eurogrupo considerará añadir «una nueva línea de defensa» en el frente económico frente a la pandemia. Así, los acontecimientos se pueden precipitar esta semana cargada de teleconferencias, más aún cuando esta crisis ya ha demostrado que quema etapas a la velocidad de vértigo.
Los ministros de Finanzas mantendrán una teleconferencia hoy (formato Ecofin) y mañana (Eurogrupo inclusivo). El jueves será el turno de los líderes. Y esta semana, el G-20 por fin saldrá de su aletargamiento en esta crisis, tras convocar la presidencia saudí una teleconferencia para coordinarse frente al virus.
Vinculado al volumen
El momento del estímulo va estrechamente vinculado a su volumen. Cuanto más se espere, mayor será el daño económico que habrá que intentar paliar, y más complicada será la recuperación. Si el mazazo se espera que supere el 10% del PIB, al menos en Europa, Demertzis apunta a un estímulo fiscal de semejante tamaño, lo que representaría más de 1,2 billones para la zona euro. De momento, esa cantidad es la que han ofrecido los socios en avales y liquidez para mitigar el daño, mientras que los estímulos apenas han rondado los 120.000 millones, según estima el Eurogrupo. Los ministros ya sabían que haría falta mucho más. Acostumbrada a llegar tarde y mal, esta vez la UE no puede llegar a destiempo ni quedarse corta, no solo está en juego su futuro, sino también la supervivencia de cientos de miles de sus ciudadanos.
Fuente: ElEconomista.es