El gobierno de Macron pretende recaudar 180 millones de euros con este impuesto a partir de 2020.
Ante los resultados que obtuvieron los partidos verdes en las europeas de mayo y tras las protestas de los chalecos amarillos por gravar a las clases medias y bajas, el Gobierno de Emmanuel Macron ha decidido implantar una ecotasa a la aviación.
El Ejecutivo francés anunció este impuesto, que se aplicará a partir de 2020 a todos los vuelos que despeguen de los aeropuertos del país galo, tras el segundo «consejo ecológico» de ministros del Gobierno francés celebrado este martes, que la oposición tacha de oportunista. Como anunció la titular de Transportes, Elisabeth Borne, al término de la reunión en el Elíseo, este gravamen a los billetes de avión oscilará entre los 1,50 euros, para los trayectos interiores o con un destino europeo, en clase turista, hasta los 18 euros, para los viajes intercontinentales en clase ejecutiva.
Eso sí, se salvarán aquellas líneas que conectan con Córcega, con los territorios franceses de ultramar y otras interiores, en las que se considera que no hay un medio de transporte alternativo competitivo.
Con esta medida, el Gobierno de Macron pretende recaudar cerca de 180 millones de euros, de los cuales el 75% se invertirán en infraestructuras ferroviarias, más sostenibles, sobre todo en Francia, donde la mayoría de la electricidad se obtiene a partir de energía nuclear.
Así, este ha sido uno de los argumentos de París para gravar el transporte aéreo, que emite hasta cincuenta veces más dióxido de carbono que el ferrocarril. No obstante, este nuevo impuesto a la aviación ha armado revuelo entre las aerolíneas.
Reacción en cadena
La compañía Air France ha sido la primera en criticar la ecotasa, dado que la mitad de sus vuelos parten de un aeropuerto francés y son susceptibles de resultar gravados. El mismo día en que se anunció la medida las aerolíneas europeas se desplomaron en Bolsa y el grupo galo denunció que esta medida «penalizaría fuertemente» su competitividad exterior y supondría un coste adicional de 60 millones de euros anuales.
Todo ello llega en un momento en el que Air France, cuya actividad supone el 1,1% del PIB galo y 350.000 empleos en el país vecino, necesita fortalecer su capacidad de inversión para cumplir su compromiso de reducir a la mitad las emisiones de dióxido de carbono para 2050.
Por supuesto, Air France no ha sido la única en advertir del perjuicio de la ecotasa a un negocio que genera 100.000 millones de euros para la economía francesa. La Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), que agrupa a las más de 260 aerolíneas que mueven el 82% del tráfico mundial, ha calificado la decisión del Ejecutivo francés de «errónea». La principal patronal aérea ha señalado también que pone en riesgo medio millón de nuevos puestos de trabajo.
Y ayer mismo la plataforma Airlines for Europe (A4E), de la que Air France forma parte junto a otras grandes compañías europeas, se reunió en Bruselas y reclamó buscar soluciones para un desarrollo sostenible de la aviación, en lugar de cargar con impuestos un sector inmerso en una crisis por la saturación del espacio aéreo.
Gravar el queroseno
Hace tiempo que en las instituciones comunitarias se baraja una fiscalidad europea a la aviación comercial -que supone el 2% de las emisiones mundiales de dióxido de carbono-, en concreto, al queroseno, el carburante de los aviones.
Por ahora, Bélgica, Holanda y Luxemburgo respaldan la idea; Francia ha sido la primera en mover ficha. El ministro francés de la Transición Ecológica, François de Rugy, reconoció al día siguiente de anunciar la ecotasa que buscan una «coalición de grandes países europeos» para gravar el combustible y forzar a la industria a utilizar aviones más eficientes.
Mientras tanto, esta tasa «verde» no es una prioridad para España. La ministra de economía, Nadia Calviño, explicó desde Bruselas que, dado el peso del turismo en la economía española, un gravamen ecológico a la aviación no es «la primera opción por su posible impacto».
Fuente: Abc.es