Una vez que la crisis económica está casi superada, ha llegado el momento de que los ayuntamientos puedan realizar políticas fiscales expansivas. Ahora tienen que elegir: o bien elevan los gastos o bien recortan los impuestos. Las dos opciones son válidas, de ahí que las elecciones municipales del domingo vayan a ser determinantes para la estrategia fiscal de los próximos cuatro años.
Los tipos impositivos más altos se localizan en las ciudades de más de 200.000 habitantes, según la estadística de impuestos municipales del Ministerio de Hacienda correspondiente a 2018 (los datos no incluyen las comunidades forales, País Vasco y Navarra). En general, son quienes más cobran por las propiedades inmobiliarias, por tener un negocio, por matricular un coche o por vender una casa. Sus gravámenes son más altos en todas las figuras impositivas, lo que es coherente con una tributación progresiva: como el salario medio es más alto en estos municipios, los tipos impositivos son también más altos.
La diferencia es muy significativa. Por ejemplo, la cuota más alta que se aplica en el impuesto sobre actividades económicas (IAE) es de apenas el 1,04% en los municipios de hasta 100 habitantes y asciende hasta superar el 3,2% en las ciudades más grandes. Esto es, llega a triplicarse. Tiene sentido que los municipios más pequeños tengan impuestos muy bajos a las actividades económicas para generar algún tipo de incentivo que atraiga la inversión a los pueblos.
También ocurre con el impuesto sobre bienes inmuebles (IBI) que grava las propiedades inmobiliarias y los terrenos. El tipo impositivo aplicado sobre el valor catastral es superior en las ciudades que en los pueblos. Ocurre una situación similar con los impuestos sobre construcciones, instalaciones y otras obras (ICIO). En las grandes ciudades, donde existe mayor demanda de construcción, los tipos impositivos son más altos, superando el 3,7% de media en los municipios de más de 200.000 habitantes. Esta cuantía es casi el triple de la aplicada en los pueblos de menos de 100 habitantes y el doble de los que tienen hasta 500 habitantes.
Por el contrario, los ingresos por habitante más elevados (impuestos y tasas) se dan en los municipios menos poblados. Por ejemplo, los ayuntamientos de menos de 100 habitantes logran una recaudación media superior a 810 euros por habitante a lo largo del año. Esto es casi un 40% más que los ayuntamientos de entre 1.000 y 5.000 habitantes. ¿Cómo es posible que generen tantos ingresos si los tipos impositivos son más bajos? La explicación es que pagan impuestos muchos ciudadanos que no residen en el municipio. Por ejemplo, el IBI de una casa que es segunda vivienda. Además, los terrenos se concentran en menos manos, de modo que cada persona tiene que pagar más, aunque el tipo efectivo que soporte sea reducido.
Los ingresos marginales por cada habitante se reducen en los municipios a medida que van ganando tamaño hasta llegar a los 5.000 habitantes, según los datos del Ministerio de Hacienda sobre la liquidación municipal de 2017. En otras palabras: la recaudación media por cada habitante extra se reduce paulatinamente a medida que los municipios están más poblados. Así, los ingresos en un pueblo de hasta 100 habitantes son de 816 euros per cápita, y en el siguiente tramo, de 101 hasta 250 habitantes, caen hasta 736 euros. Por último, la demografía importa y mucho, ya que los niños no pagan impuestos y sí los adultos, de ahí que en los pueblos, que están envejecidos, se produzca mayor contribución por habitante.
Suellacabras y Valtajeros, ambos en Soria, se sitúan entre los municipios con mayor recaudación por habitante, superando los 9.000 euros al año, 13 veces más que el promedio de España. Ambos tienen las mismas características: un gran territorio y una densidad reducida. En Suellacabras apenas viven 27 habitantes en los 39 km2 de extensión del municipio, lo que supone una densidad de 0,7 habitantes por km2.
También se cuelan entre los municipios con mayores ingresos aquellos que alojan centrales nucleares, hidroeléctricas o térmicas. Estos complejos son muy rentables para las arcas municipales y disparan los ingresos sin tocar el ‘bolsillo’ de sus ciudadanos. Por ejemplo, Romangordo, Saucedilla (Cáceres), Ascó (Tarragona) o Trillo (Guadalajara) se encuentran entre los ayuntamientos con mayor recaudación por habitante, superando los 6.000 euros anuales. Los tres alojan o están adyacentes a una central nuclear.
También están en las primeras posiciones Sardón de los Frailes (Salamanca), Cortes de Pallás (Valencia), Susqueda (Girona) y San Miguel de Aguayo (Cantabria), porque tienen embalses con central hidroeléctrica. Y lo mismo ocurre con Arrúbal (La Rioja) y su central térmica. Ninguno de ellos baja de 5.000 euros de recaudación anual por habitante, siete veces más que la media de municipios de España.
También se cuela en los puestos cabeceros Aguilar de Segarra, un pueblo próximo a Barcelona que tradicionalmente ha sido el pueblo con más coches por habitante debido a que era un ‘paraíso fiscal’ para la matriculación de vehículos. El pueblo, de apenas 260 habitantes, llegó a tener más de 60.000 coches matriculados, la mayor parte de empresas de ‘renting’. Sin embargo, la Generalitat ha establecido una tasa única para vehículos contaminantes en todo el territorio que ha eliminado la ventaja fiscal del pueblo. Las empresas ya han retirado el 70% de sus vehículos del municipio, y eso que la tasa todavía no ha entrado en vigor, lo que anticipa una fuerte caída de los ingresos del pueblo a partir de 2019.
Si se limita el análisis a municipios de más de 50.000 habitantes, destacan las ‘ciudades de los ricos’. Marbella genera más de 1.500 euros de recaudación por impuestos municipales y tasas, la gran mayoría directos, gracias al IBI. Estas ciudades se benefician de la riqueza de sus vecinos, de modo que generan grandes ingresos con tipos impositivos muy bajos. Estepona, Benalmádena y Mijas también se sitúan en los primeros puestos, todas ellas ciudades con segunda residencia para las clases altas.
Madrid y Barcelona también tienen sus reductos de rentas altas. Sant Cugat y El Prat en Barcelona o Boadilla y Pozuelo en Madrid generan más de 1.000 euros por habitante. En el extremo opuesto se encuentran los barrios obreros de las grandes ciudades, cuya recaudación es tan baja como las rentas de sus habitantes. Parla ocupa el último puesto, con 411 euros de recaudación por habitante. Leganés, Móstoles, Santa Coloma o Badalona también se sitúan entre los puestos más bajos.
En Andalucía, también hay muchas ciudades que concentran rentas bajas, como es el caso de Utrera y Dos Hermanas en Sevilla y La Línea o San Fernando en Cádiz.
Aunque existe mucha dispersión, las ciudades de Barcelona y Cádiz destacan por los altos impuestos que aplican. Sanlúcar y La Línea se ven obligados a elevar los tipos impositivos para contrarrestar los bajos ingresos generados por la riqueza reducida de sus habitantes. Ambos municipios aplican el tipo más alto sobre las construcciones (ICIO), del 4%, y también el impuesto sobre actividades empresariales (IAE) más alto, del 3,8%, lo que supone un desincentivo para la inversión.
Pero no solo eso, el tipo que aplican al IBI es del 1%, tanto para fincas rurales como urbanas, lo que las sitúa en la franja más alta de España. Ambas están muy lejos del 0,6% que aplican, de media, los municipios de este tamaño a las rentas rústicas. Es su estrategia para compensar la baja recaudación derivada de los bajos precios de la vivienda.
En la provincia de Barcelona, destacan L’Hospitalet, Vilanova, Badalona y Mollet del Vallès por los tipos elevados que aplican. Las cuatro se encuentran en la franja alta del IBI, del impuesto de matriculación de vehículos y del impuesto sobre construcciones.
El IBI rústico más elevado se da en los municipios que tienen una actividad intensiva en agricultura. Es el caso, por ejemplo, de El Ejido, Córdoba, Sanlúcar o Valladolid. Todas ellas aplican un tipo superior al 1%.
Los tipos más bajos se producen, en general, en las ciudades canarias. Arrecife, Santa Cruz y San Cristóbal se encuentran en la parte baja de tipos impositivos para los tributos locales. Por ejemplo, el tipo del IBI es inferior al 0,6% en todas ellas y el impuesto de matriculación para turismos estándar (hasta 12 caballos fiscales) es inferior a 60 euros.
Fuente: ElConfidencial.com