La sociedad del ministro Pedro Duque y su esposa incurrió en una evasión fiscal que, a juicio de los expertos, es imposible de justificar. Según se puede observar en los depósitos de cuentas de la empresa Copenhague Gestores Inmobiliarios, titular de las dos viviendas del matrimonio, no hubo ingresos netos en los últimos ejercicios.
La importancia de este dato no está sólo en el hecho de si el ministro pagó el famoso «autoalquiler» que el jueves aseguró haber abonado mes a mes y este viernes negó haber mencionado. La clave está en que la sociedad estaba obligada a declararlo, independientemente de que lo cobrara o no.
«La sociedad debería haber declarado la cesión del uso a las personas que ocupaban la casa por el valor del precio de mercado, con independencia de que ese alquiler se pagara», explica Félix Bornstein, experto fiscalista.
Por tanto, la casilla de «importe neto de la cifra de negocios» que figura en la cuenta de pérdidas y ganancias (en la ilustración) no podría haber estado en blanco, como aparece en varios ejercicios, aun suponiendo que el ministro y su esposa no hubieran ingresado dinero real alguno en la sociedad.
Pero, ¿y si la casa estuvo esos años vacía, y por tanto es cierto que no hubo ningún ingreso que declarar? En este caso, surgiría un nuevo problema: la casa de Madrid. La segunda residencia del ministro, en Jávea (Alicante), podría estar vacía y no tener que declarar ingresos, pero la casa de Madrid, la vivienda principal del matrimonio, también estaba a nombre de esta sociedad.
En este caso, la empresa también habría estado obligada a declarar la cesión del uso de esa vivienda, que se da por hecho que es la principal del ministro y que por tanto la utiliza.
Bornstein añade que lo más «incomprensible» de la estructura societaria donde están estas propiedades «es meter la vivienda de Madrid en la sociedad, puesto que en el IRPF la vivienda principal no tributa, mientras que al formar parte de la sociedad, ésta estaba obligada a reflejar la cesión del uso». Es decir, que lejos de ahorrarle impuestos, el hecho de incluir su primera vivienda en la empresa se los generaba, mientras que dejándola como estaba no habría tributado. En este caso, pues, parece que hubo un mal asesoramiento.
La consecuencia principal de esta omisión del importe neto de la cifra de negocios en las cuentas repercute en el resultado final del ejercicio. «Al no haber ingresos, la empresa sólo computa los gastos, por lo que da pérdidas. Y entonces, no paga Impuesto de Sociedades», según explica Bornstein.
De hecho, en los ejercicios en los que sí se reflejan ingresos, los de los años 2012, 2013 y 2014 (30.000, 48.000 y 48.000 euros, respectivamente), el resultado del ejercicio es positivo, con un beneficio de unos 6.500 euros cada año, por lo que en esas fechas sí que tributó el impuesto.
Según varios expertos, esto constituye una clara evasión fiscal, aunque no delictiva, porque el importe no superaría los 120.000 euros defraudados por cada ejercicio. Sin embargo, sí que es muy posible que alguien le explicara esto al ministro en las últimas horas y por eso este viernes en Bruselas dijo que hará «lo que haga falta para cumplir con todas las obligaciones tributarias».
El depósito de cuentas tiene otro dato extraño en el balance: en el activo, se refleja una cifra de aproximadamente 1.800.000 euros en el apartado «existencias», es decir, en la mercancía que una empresa tiene a la venta. Pero no era el caso, puesto que eran sus viviendas, y se supone que no estaban a la venta. Por tanto, esa cifra debería figurar en el apartado de «inmovilizado material», donde en cambio hay unas cifras muy bajas.
Este periódico llamó este viernes a Antonio Morant, el asesor fiscal de Jávea que ha presentado los últimos depósitos de cuentas de la empresa, para preguntarle por estas irregularidades, pero prefirió no hacer ninguna declaración. «Soy un profesional y no debo hablar de mi trabajo», dijo.
Fuente: ElMundo.es