Empresarios e inversores británicos preguntan alarmados por los nuevos gravámenes, con el foco puesto en el impacto del tributo sobre la banca.
Impuestos a la banca, a las tecnológicas, aumento del gravamen de Sociedades… Toda una retahíla de medidas con las que Pedro Sánchez aterrizó en el Gobierno con el objetivo de incrementar lo que pagan las grandes empresas. Una medida «popular», tal como la han vendido desde el Ejecutivo, que amenaza la viabilidad de España, y particularmente la de Madrid, para atraer a la nueva City londinense una vez se consume el Brexit.
«Generan una gran incertidumbre. No se sabe lo que va a pasar, con lo que se pueden congelar o replantear muchas inversiones», explica Bernardo Soto, jefe del Área Fiscal del Departamento de Asuntos Económicos y Europeos de CEOE. La patronal alerta del riesgo para España de imponer «más contras que pros» al sistema fiscal español, porque, de consumarse la deriva recaudatoria del Gobierno, las empresas y los inversores pueden optar por «trasladarse a otros lugares». Y esos destinos no son otros que Alemania y Francia -Fráncfort y París-, los dos grandes competidores con España por el apetito inversor británico.
«Hay preocupación», señala Daniel Lacalle, comisario de la oficina de la Comunidad de Madrid encargada de «vender» la región en Londres. Tal es así que el economista confirma que «llegan muchas llamadas» de las empresas para preguntar sobre qué está ocurriendo con Sánchez. De hecho, éste pone el foco en los gravámenes sobre la banca, especialmente sobre las transacciones financieras, que tendrían un efecto «devastador». Precisamente el sector financiero británica es la porción del pastel que codician las grandes plazas europeas.
La respuesta a las sociedades siempre es la misma: tranquilidad, porque aún no se conoce a todo detalle cómo se llevará a cabo la subida impositiva, que se estima que ayudará al Ejecutivo a recaudar algo más de 4.000 millones de euros. Por ello, Lacalle hace hincapié en que, de momento, «el impacto es bajo», al tiempo que destaca que debería pesar más el atractivo inversor de España que el riesgo futuro. Un mensaje halagüeño para el país de cara a seducir al mayor número de empresas posible, sin olvidar la pérdida de competitividad que genera fijar más impuestos. Unas medidas que dan un vuelco a la confianza del capital en España en general y Madrid en particular.
Más allá de los riesgos intrínsecos del país, la realidad es que el mayor aluvión de empresas e inversores llegará cuando se consume la salida de Reino Unido de la UE. Por el momento, las cifras invitan a pensar que España mantiene posibilidades de convertirse en referente europeo con buena parte del negocio de la City. Más de diez compañías ya han anunciado que trasladarán parte de su operativa, sede o trabajadores a Madrid a consecuencia del Brexit, y las conversaciones con las grandes empresas son constantes. Y lo serán durante los próximos años hasta que se estabilice la relación del Reino Unido con la UE. En la actualidad, los representantes de la capital mantienen contactos con unas 20 grandes empresas.
Objetivos para España
El principal objetivo de España, según las fuentes consultadas, pasa por tentar a los referentes del sector financiero: bancos y fondos de inversión. De hecho, la estrategia ya se está centrando en ellos. Como ejemplo, que JP Morgan trasladará decenas de empleados a Madrid, al igual que Credit Suisse, que moverá a la capital a un total de 50 trabajadores. Sin olvidar también que Citygroup instalará en nuestro país buena parte de su negocio de banca privada; ni a los fondos de inversión Metric, Ares, Three Hills Capital Partners (THCP), Avenue y Ben Oldman, con visos de elegir Madrid como destino tras la desconexión.
Incluso, desde la Consejería de Economía, Empleo y Hacienda de la Comunidad de Madrid confirman que desde el año 2017 hasta el primer semestre de 2018 han tenido ya unas 150 reuniones con empresas establecidas en el Reino Unido, de las cuales el 75% se dedican al sector financiero.
Una lista de empresas y fondos en la que no faltan los fracasos, aunque limitados. Es el caso del banco suizo UBS, que optó por Fráncfort el pasado marzo, aunque no descarta tampoco reubicar otros trabajadores en ciudades como Madrid. «Hemos constatado que ya no están tan proclives a trasladarse a una única ciudad», explican desde Invest in Madrid, al tiempo que señalan que han ralentizado los contactos a la espera de que se confirme definitivamente cómo será la ruptura con la UE.
Las fuentes consultadas afirman que, hasta la fecha, lo conseguido es un completo «éxito», teniendo en cuenta que el Brexit aún no se ha producido. Y los atractivos de España, pese a las piedras en el camino que suponen los impuestos, continúan al alza.
Francisco Rábena, director de la oficina del Alto Comisionado para la Marca España, pone en valor la cultura y los servicios públicos nacionales para seducir a las compañías británicas, además de que nuestro país mantiene abierto el mercado único europeo.
Aun así, no faltan críticas al sistema español. Rábena constata que los grandes objetivos son en cuanto a la seguridad jurídica, la competitividad y la burocracia, tres pilares básicos para que las compañías se decidan por España y no por Alemania o Francia. Una tesis mantenida también por Bernardo Aguilera, director de Asuntos Económicos y Europeos de CEOE, quien pone el foco, además, en las trabas fiscales tradicionales, más allá de las nuevas figuras impositivas en el albero.
En definitiva, las fuentes consultadas apuntan a que España reúne los requisitos necesarios para atraer a las grandes empresas asentadas en Londres, aunque no será hasta que se dé la salida efectiva cuando el aluvión definitivo de compañías se confirme a un lugar u otro.
Fuente: Abc.es