Las empresas deberán el 87% del beneficio neto proyectado del cuarto trimestre.
Con la renta variable americana vibrando de máximo en máximo y una economía que despedía el año codeándose con el pleno empleo y creciendo un 2,7 por ciento, según los datos más recientes de la Reserva Federal de Atlanta, los vientos soplan a favor de la temporada de resultados empresariales correspondiente al cuarto trimestre de 2017. No es para menos, el consenso del mercado estima que el beneficio por acción medio del S&P 500 crezca un 10 por ciento, un más que saludable avance desde el 7 por ciento registrado entre los meses de julio y septiembre.
“La recuperación de la recesión de los beneficios registrada entre 2015 y 2016 continúa”, señala Sam Stovall, estratega jefe de CFRA, quien apunta que el incremento del beneficio por acción del S&P 500 estará liderado por el sector energético, el de materiales y el de tecnología de la información. Por el contrario, se espera que los servicios de salud, el sector industrial y el de telecomunicaciones registren un incremento mucho más moderado, mientras el inmobiliario sufrirá una caída de doble dígito.
En lo que se refiere a las ventas, la escalada sería del 9 por ciento y de materializarse se postularía como el mayor aumento desde 2011. Obviamente, con un dólar que borró un 4 por ciento de su valor en los tres últimos meses del año cuando se compara con el mismo periodo de 2016. “El optimismo de los inversores debe confirmarse a través de un repunte en las proyecciones del PIB así como de las expectativas de beneficios, ambos factores ayudados por la reciente reforma fiscal”, indica. No debemos olvidar que el mercado espera que las ganancias crezcan una media del 13 por ciento en 2018, con un bpa medio para el S&P 500 de 149 dólares. Aún así, antes de centrarnos en lo que nos depare el presente ejercicio, la marea de cifras que conoceremos a partir del viernes, con JPMorgan y Wells Fargo inaugurando la temporada de resultados, se verán distorsionadas por la Ley de Rebajas de Impuestos y Empleo rubricada por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, el pasado 22 de diciembre.
“Uno de los problemas es que los cambios fiscales enturbiarán seriamente la contabilidad, haciendo que sea difícil ver el efecto neto de la reforma tributaria o el impacto compensatorio de un fuerte crecimiento”, avisa David P. Kelly, estratega jefe de J.P. Morgan Asset Management, quien incide en que la clave no estará en “proyectar” sino en “interpretar” los resultados.
Como Kelly, su homólogo en Goldman Sachs, David Kostin, destaca que los mercados se han movido más rápido que los analistas a la hora de descontar los efectos de la reforma fiscal republicana, que rebajará el impuesto de sociedades desde el 35 al 21 por ciento e impondrá un gravamen de entre el 15,5 y el 8 por ciento al efectivo y beneficio que las multinacionales estadounidenses acumulan en el extranjero.
Los dos puntos clave
“Dos van a ser las fuentes de incertidumbre en los beneficios del cuarto trimestre: los impuestos diferidos y las cajas en el extranjero”, manifestaba Kostin en un informe a sus clientes. En primer lugar, las compañías se verán obligadas a ajustar el valor de los impuestos diferidos de algunos activos y pasivos. Al respecto, el sector de servicios públicos, telecomunicaciones y el energético serán los más beneficiados. Sin embargo el efecto en otros como el inmobiliario, el financiero o el tecnológico será mínimo.
Otro asunto candente se centra en el efectivo y beneficios en el extranjero. Según Goldman Sachs, las compañías del S&P 500 deberán 275.000 millones de dólares al fisco estadounidense si se tienen en cuenta los gravámenes del 15,5 por ciento para el efectivo y del 8 por ciento para los beneficios reinvertidos. El sector tecnológico será el más perjudicado, adeudando 123.000 millones de dólares de la factura total, liderado por Apple, que tendría que desembolsar hasta 33.000 millones de dólares. El sector de salud se postula como el segundo más perjudicado por este hecho. En general, las compañías del S&P 500 deberán al Tío Sam alrededor del 87 por ciento del beneficio neto proyectado del cuarto trimestre.
Durante las últimas semanas, muchos bancos ya han anunciado el impacto “extraordinario” que esta reforma fiscal tendrá en sus cuentas. De ahí que Kostin recomiende a sus clientes hacer oídos sordos al “ruido” que escucharemos durante las próximas semanas. Citigroup estima un cargo de 20.000 millones de dólares, de los que 16.000 millones están impulsados por los impuestos diferidos. Goldman espera un cargo de 5.000 millones de dólares, de los que dos tercios están ligados al impuesto de repatriación. Bank of America incurrirá un cargo de 3.000 millones de dólares y Morgan Stanley de alrededor de 1.250 millones de dólares.
Fuente: ElEconomista.es